El realismo fue un movimiento cultural y artístico que se desarrolló en la segunda mitad del siglo XIX. La principal característica de este movimiento fue el enfoque de los problemas sociales y un tratamiento objetivo de la realidad del ser humano.
Poseía un fuerte carácter ideológico, marcado por un lenguaje político y la denuncia de problemas sociales como la pobreza, la explotación, la pobreza, la corrupción entre otros. Con un lenguaje claro, los artistas y escritores realistas fueron directamente al foco de la cuestión, respondiendo así al subjetivismo del romanticismo. Una de las cadenas del realismo era naturalismo, donde la objetividad está presente, pero sin el contenido ideológico.
Realismo en las artes visuales
El realismo se manifestó principalmente en la pintura, donde las obras representan escenas de la vida cotidiana de las capas más pobres de la sociedad. El sentimiento de tristeza es expresado claramente a través de los colores fuertes. Uno de los principales pintores realistas fue el francés Gustave Courbet. Con obras que conmocionaron a la opinión pública por el alto grado de realismo y los temas sociales, este artista fue distinguido por obras como El origen del mundo (1866), el Entierro en Ornans (1850), Las cribadoras de trigo (1854). Otros pintores importantes de este periodo fueron: Honoré Daumier, Jean-Francois Millet y Édouard Manet.
Literatura realista
En las obras en prosa, el realismo alcanzó su ápice en la literatura. Las novelas realistas son de carácter social y psicológico, abordando cuestiones controvertidas para la sociedad de la segunda mitad del siglo XIX. Se critican las instituciones sociales, así como la iglesia católica y la burguesía. En las obras literarias de este período, los escritores también critican el prejuicio, la intolerancia y la explotación. Siempre utilizaron un lenguaje directo y objetivo.
Podemos citar como obras importantes de paso del romanticismo al realismo: La comedia humana de Honoré de Balzac, El rojo y el negro de Stendhal, Carmen de Prosper Merimée y Almas Muertas de Nikolai Gogol.
Sin embargo, la obra que marca el comienzo del realismo en la literatura es el trabajo de Madame Bovary de Gustave Flaubert. Otros trabajos importantes son: Los hermanos Karamazov por Fyodor Dostoyevsky, Anna Karenina y guerra y paz por Leon Tolstoy y Oliver Twist por Charles Dickens.
Teatro realista
En el teatro realista el héroe romántico se sustituye por la gente ordinaria de la vida cotidiana. Los problemas sociales se convierten en temas para los dramaturgos realistas. El sofisticado lenguaje del romanticismo es dejado de lado y entran en escena las palabras comunes de las personas. El primer representante de esta fase es el autor francés Alexandre Dumas, autor de La dama de las camelias.
También podemos destacar otras obras importantes del realismo como, por ejemplo, Los Pequeños Burgueses de Maximo Gorki, Los Tejedores de Gerhart Hauptmann y Casa de muñecas del noruego Henrik Ibsen.
