En la segunda mitad del siglo XIX, países europeos como Inglaterra, Francia, Alemania, Bélgica e Italia, eran considerados potencias industriales. En América, fue Estados Unidos quien tuvo un gran desarrollo en el campo industrial. Todos estos países ejercieron actitudes imperialistas, porque estaban interesados en la formación de grandes imperios económicos, llevando sus áreas de influencia a otros continentes.
Con el fin de aumentar su margen de beneficio y también obtener un costo considerablemente bajo, estos países se dirigieron a África, Asia y Oceanía, dominando y explotando a estas personas. No muy diferente del colonialismo de los siglos XV y XVI que utilizó como argumento la difusión del cristianismo, el neocolonialismo del siglo XIX usa la excusa de buscar extender el progreso de la ciencia y la tecnología en el mundo.
De hecho, lo que estos países realmente querían era el reconocimiento internacional industrial y, por eso, estaban en busca de lugares donde encontraron las materias primas y fuentes de energía propicias para sus industrias. Los países escogidos fueron colonizados y agraviaron a los pueblos autóctonos. Un ejemplo de la insolencia de las potencias fue la culminación de la dominación neocolonialista, cuando países europeos dividieron entre sí los territorios africano y asiático, sin tomar en cuenta las diferencias étnicas y culturales de sus pueblos.
Entre noviembre de 1884 y de 1885 de febrero tuvo lugar el Congreso de Berlín. En esta reunión, los países europeos imperialistas organizaron y establecieron reglas para la explotación de África. En la división territorial pactada, no respetaron la cultura y las diferencias étnicas de los pueblos africanos.
Debido al hecho de tener los mismos intereses, los colonos estaban peleando unos con otros para sobresalir comercialmente. El gobierno de los Estados Unidos, que ya colonizaba América Latina, al percibir la importancia de Cuba en el mercado mundial, invadió el territorio que, hasta entonces, era dominado por España. Tras la confrontación, las tropas españolas tuvieron que ceder lugar a las tropas norteamericanas y, de esta vez, España entregó Filipinas a los Estados Unidos.
Otro punto importante para el estudio de neocolonialismo, es la entrada de los británicos en China, que se produjo tras la derrota de los chinos durante la Guerra del Opio (1840-1842). Esta guerra fue iniciada por los británicos después de que las autoridades chinas, que ya sabían del mal provocado por esta sustancia, hubieran quemado una embarcación inglesa repleta de opio. Después de ser derrotada por las tropas británicas, China fue obligada a firmar el Tratado de Nankín (tratado de paz realizado entre el Imperio Británico y la Dinastía Qing) que favorecía a los ingleses en todas las cláusulas. La dominación británica fue marcante por su crueldad y solo tuvo fin en 1949, año de la revolución comunista en China.
Como conclusión, podemos decir que los colonizadores en el siglo XIX, sólo se preocuparon por el lucro obtenido a través del trabajo que los habitantes de las colonias prestaron. Poca importancia significó si las condiciones de trabajo eran injustas y si los nativos podrían sobrevivir a la explotación inhumana y capitalista. Fue solamente en el siglo XX que las colonias consiguieron sus independencias, aunque heredaron de los europeos una serie de conflictos, subdesarrollo e inestabilidad política.