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Ilusionismo

Ilusionismo

Ilusionismo es el arte de organizar trucos que involucran desapariciones y transformaciones usando objetos, animales e incluso personas.

El más antiguo registro de magia está en un papiro egipcio escrito en torno al 2000 a.C., que cuenta sobre un mago llamado Dedi y relata su desempeño frente a la corte del faraón Keops. Uno de los números de Dedi se ocupaba de traer a la vida cuerpos decapitados colocando las cabezas en su mismo lugar. En este presentación, el faraón, abismado con la función en que el mago colocaba un ganso decapitado de un lado de la sala y con algunas palabras mágicas lograba hacer que el ave comenzase a temblar y cacarear, ordenó que le trajeran un buey solicitando que lo decapitasen para que Dedi hiciera un encantamiento que lo devolviera a la vida.

Otro truco de ilusionismo es el clásico de la pelota y tres copas, donde el mago baraja las tazas con la pelota debajo de uno de ellos, demostrando que la bola se encuentra finalmente entre sus manos. Este truco se ha ejecutado con maestría en varios países, como China, India y Grecia.

En Europa la magia tardó en ser generalizada, pues la mayoría de la población era analfabeta, ignorante y bastante influida por la Iglesia, que consideraba que todo aquello era antinatural y lo calificaban como brujería. Siguiendo ese tipo de prejuicio, consideraban que hacer desaparecer una moneda o ‘resucitar’ un ave debería deberse a un pacto con el diablo. Incluso así, Inglaterra y parte de la Europa occidental, traen registros de algunos ilusionistas que ejecutaban sus trucos ante una audiencia pequeña y conseguían numerosos aplausos. Uno de esos relatos trae el episodio en que un ilusionista llamado Brandom, que vivió en Inglaterra durante el reinado de Enrique VII, estaba realizando una de sus actuaciones en los jardines de la corte y llamó la atención de todos para una paloma por encima del muro. Entonces el ilusionista diseñó en el suelo, debajo del mismo muro, una paloma parecida con la real y clavó un puñal en el dibujo. Acto seguido, la paloma caía muerta desde encima del muro. El rey que asistía la presentación pidió que Brandom no realizara más ese truco pues si él era capaz de hacer eso mismo con un pájaro sería capaz de hacerlo con el monarca. Esos otros trucos eran observados por muchos como brujería y con ello muchos ilusionistas fueron brutalmente perseguidos.

En el siglo XVI, un libro fue fundamental para la historia del ilusionismo. Reginaldo Scot, un campesino que vivía en el condado de Kent, en Inglaterra, cansado de la condena cruel del arte y su relación con la brujería y la superstición, decidió estudiar la magia del ilusionismo con los profesionales y escribir el libro The Discovery of Witchcraft (El descubrimiento de la brujería). Esa obra explicaba los fundamentos del ilusionismo, preceptos todavía vigentes en el ilusionismo moderno. Mientras, James VI, que asumió el trono en Inglaterra, ordenó que todos los ejemplares del libro fueran destruidos al considerarlo una obra profana. Pero, para el alivio de los seguidores del arte del ilusionismo, algunos ejemplares sobrevivieron y versiones originales todavía son halladas hoy. En el siglo XVII, con la intervención de la imprenta, memorias y crónicas eran publicadas relatando las presentaciones de varios magos que día a día aumentaban en número principalmente en París. En esta época el mayor grueso de ilusionistas eran vendedores ambulantes que, a través de sus números, vendían objetos.

Ya en el siglo XVII, en la feria de Saint Germain en París, Francia, se ejecutó la primera obra de ilusionismo teatral. En el momento de la revolución, podemos decir que aparecen los primeros tratados de magia. El primero fue escrito por Ozanam de Francia. En esta época también son inaugurados seis teatros para representaciones de magia. Los trajes de los magos en ese periodo resultaron llamativos. Todo evolucionaría de ese modo hasta la aparición de Harry Houdini, escapista e ilusionista que revolucionó los trucos de magia y el traje del artista.

Hoy, los profesionales de la magia, o ilusionistas, como son conocidos, conquistaron el respeto y devoción de todo el público, con independencia de la edad. Las presentaciones actuales llaman la atención por la destreza de las manos, habilidades con ilusiones ópticas y creatividad. La rapidez en la ejecución de los trucos hace que el público quede encantado y entre a las representaciones, envolviendo y agudando la curiosidad de quien da prestigio al arte.

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