Desde el final de la Primera Guerra Mundial, Alemania cayó en una crisis económica agravada por los daños enormes impuestos por el Tratado de Versalles y la ocupación del Ruhr por Francia y Bélgica. La marca alemana se cae y solamente fue estabilizada en noviembre de 1923, cuando su precio alcanza los 4,6 billones de marcos para US$1. La hiperinflación tiene un efecto devastador en la economía, perturbando la producción y el comercio. En 1931, hay 4 millones de parados, casi 30.000 quiebras y la producción cae en todos los sectores. Políticamente, la situación también es grave a causa de varios golpes de la derecha y de la izquierda que se produjeron, todos ellos fracasados. La crisis económica mundial de 1929 permitió el ascenso al poder del partido nazi líder Adolf Hitler.
Surgimiento del nazismo
Hitler nació en Austria y quería ser pintor influenciado directamente por su padre. Fue en dos ocasiones en las que reprobó los examenes de ingreso en la Academia de Viena. Después de la muerte de los padres, vivió como un mendigo, durmiendo en albergues y tratando de vivir de los lienzos postales que pintaba. Cuando comenzó la guerra, se unió a un regimiento en Alemania. Participó con valentía, fue herido dos veces y condecorado con la Cruz de Hierro. Pero la derrota le sacudió profundamente.
Hitler era muy nacionalista. Opuesto a los judíos, estaba inmerso en el antisemitismo cuyos orígenes son difíciles de explicar. A través de un factor en la corrupción judía del pueblo alemán. Cristo y Marx, dos judíos, predicaron la igualdad entre el hombre y la resignación y manifestaron que las ideas de Hitler eran perjudiciales para el pueblo alemán.
A raíz de todo ello, vino su doctrina racista de que los hombres por naturaleza son desiguales estableciendo diferencias que serían el inicio del Holocausto. La raza superior era la formada por los arios (germánicos), alta y dorada. En Alemania, ellos existían siendo, pues, la raza sobre la humillación del Tratado de Versalles. El pueblo alemán debía ser agrupado en un solo estado: la Gran Alemania, que reuniría a todos los pueblos germánicos.
Hitler despreciaba al pueblo romano y, especialmente, a los eslavos, que consideró que se deben reducir a la esclavitud, dominada por los alemanes. La pureza de la raza aria debe ser defendida por la persecución sin piedad de judíos lo que terminaría condenándolos a todo tipo de vejaciones en los siguientes años.
A partir de estas ideas de Hitler, el nazismo se levantó como doctrina, militarista con un régimen totalitario que se basa en una mística regeneración nacional heroica. Se apoyaba en el campesinado y no contaba con la estructura corporativista del fascismo.
El fracaso en el primer intento de tomar el poder
Después de la organización del Partido Obrero Nacional-Socialista de los Trabajadores Alemanes (Nazista), Hitler viajó a Alemania para promover y conseguir más seguidores a su grupo. Las reuniones del partido se hicieron con algunos rituales, como desfiles numerosos, ataques violentos contra los socialistas, además de uniformes. Se fundó también un periódico partidista. Varios participantes fueron reclutados entre los desempleados. Algunos intelectuales también se unieron a esta iniciativa.
Con la crisis de 1923, Hitler organizó una demostración militar para tomar el poder. Una concentración en Munich y advirtió que una revolución nacional había comenzado, pero el pueblo no les siguió. Después de un conflicto con la policía, Hitler terminó siendo arrestado y el partido nazi comenzó un declive constante, hasta que en 1929 había menos de 120.000 miembros.
