Desde tiempos remotos, el hombre establece una relación muy peculiar con los animales que deambulan por su mundo. En algunas culturas, ciertos animales son adorados como dioses o representan el origen de una deidad importante. En otros casos, puede tener su presencia asociada con una ominosa advertencia, o la encarnación de una especie de maldición.
Hace unos 10.000 años, los gatos surgieron en los grupos humanos sedentarios con la función natural de eliminar a los roedores que rondaban las reservas de cereales. Al mismo tiempo, leyendas hebreas y babilónicas afirman que el gato nació de un estornudo del león. Probablemente, esta explicación mítica surge de las similitudes física y de comportamiento observadas en ambos animales de la misma familia biológica.
Entre los egipcios, este grado de proximidad se ha estrechado en varias deidades asumiendo partes del cuerpo de un gato. Bastet, la diosa egipcia de la fertilidad y el amor maternal, fue representada a menudo por una mujer con cabeza de gato.
En el desarrollo de la era cristiana, la buena relación con los gatos se perdió y comenzó un proceso de demonización contra ellos. Algunos estudiosos dicen que este cambio ocurrió porque los paganos adoraban a los gatos y, años más tarde, porque los musulmanes veneraban a este animal. Además, los malos tratos a los gatos eran considerados como grave pecado en el islam.
En el siglo XIII, la relación entre los gatos y las religiones paganas se orientaron en la construcción de una imagen diabólica del animal. En uno de sus varias bulas, el Papa Gregorio IX determinó que los gatos fueran exterminados por completo. La paranoia causada por la Inquisición llegó a tener un alto precio, ya que la disminución de la población felina terminó ayudando en la propagación de roedores transmisores de la peste negra en varias regiones de Europa.
Con el tiempo, esa visión mística perdió lugar para el placer de la domesticación de los gatos. La capacidad de combinar la independencia y la sociabilidad del gato hicieron que fuera una compañía agradable. En muchos textos literarios el animal comenzó a ser descrito por sus virtudes ocupando una posición privilegiada.