El dinero se reconoce comúnmente como un medio de cambio aceptado para el pago de bienes, servicios y la disolución de deudas. Además, el dinero sirve para medir el valor relativo sobre algún tipo de riqueza, objeto o servicio. El precio de cada producto se le asigna a través de un número determinado de monedas o billetes que marca la cantidad a pagar por ella. Sin embargo, no siempre la moneda sirve como referencia para una misma localidad.
Incluso aportando una mayor movilidad en el emprendimiento de transacciones comerciales, el dinero no se utiliza en todas las economías del mundo. Las diferentes sociedades y regiones preservaron el uso del intercambio en su economía. En general, los productores insertados en este tipo de economía buscaron los excedentes de su producción para fijar algún trueque equitativo. Con el tiempo, la diversificación de productos ha dificultado el intercambio natural.
Fue en este contexto que las primeras formas de la moneda comenzaron a ajustarse. En general, para establecer un patrón monetario, los comerciantes solían utilizar algún tipo de mercancía de gran demanda. En la antigua Grecia, el pekus fue utilizado como referencia en el comercio. Una mercancía más comúnmente utilizada fue la sal, que era utilizada como moneda de cambio entre los romanos y etíopes.
El metal había sido utilizado por algunas culturas en que comenzaron a ganar terreno en la cultura material de estas personas. De fácil acceso, buena estética y la facilidad de la medición y el transporte hizo que fuesen ideales para este tipo de transacciones. Al principio, los metales utilizados en el comercio eran usados “in natura” o sobre la forma de objetos decorativos como anillos y pulseras. Fue sólo después que el metal se había convertido en el estándar para fines comerciales.
La acuñación de monedas estandarizadas hizo que las piezas de metal tuvieran un grado de pureza y un peso concreto. Además, las medidas sufrieron un proceso marcado por la representación de reinos. Una de las más antiguas monedas con el rostro de un monarca se hizo en honor del rey macedonio Alejandro Magno. Las reuniones de esta información han hecho que estos dispositivos sirvan como fuente de investigación histórica.
Las aleaciones de metal fueron utilizadas por primera vez en la fabricación de monedas de oro y plata. El uso de estos metales se justifica por su difícil acceso, la belleza de su brillo, la durabilidad de su materia y su relación con la cultura estética y religiosa. Entre los babilonios, por ejemplo, la plata y el oro fueron relacionados con el culto a la Luna y el Sol, respectivamente.
Durante siglos, la necesidad de oro y plata para la fabricación de monedas con el tiempo provocó un colapso cada vez mayor en la producción de monedas. Por lo tanto, el dólar terminó ganando más espacio en el desarrollo de las transacciones comerciales. En la Baja Edad Media, la falta de monedas motivaba a los comerciantes de las ferias a utilizar letras de cambio para el establecimiento de una negociación.
Hoy en día, las monedas se utilizan principalmente para el pago de cantidades de escasa cuantía. La pérdida de espacio para el papel moneda hizo que las monedas metálicas se revalorizasen al ser más durables y bellas. La rápida circulación de valores y la complejidad de las economías cada vez más integradas, hizo que las monedas fuesen reemplazadas por otras formas de pago como cheques y tarjetas de crédito.
Incluso notando todos esto cambios sobre el uso de la moneda, no podemos considerarla una víctima de un proceso de evolución natural de la historia económica. Cada tipo de lastre económico fue creado de acuerdo a las necesidades generadas por una determinada cultura o sociedad. Por tanto, no podemos afirmar que las monedas desaparecieron de la economía con el transcurso del tiempo.