El continente americano puede ser entendido como un lugar marcado por dos historias. El primero, todavía poco explorado, se hace referencia a entender la trayectoria de personas que vivieron y formaron las distintas civilizaciones y formaron las primeras civilizaciones del continente americano. La segunda, tardía y al mismo tiempo, habla de un lugar descubierto por el espíritu emprendedor de los europeos que ‘descubrieron’ las tierras de América en el siglo XV a través de las exploraciones de Cristobal Colón.
A partir de ese momento de encuentro y conflicto entre culturas – que con el tiempo implicaría a los europeos, indios y africanos- la identidad del continente americano se convirtió en una gran respuesta sin conclusión. Varios proyectos y movimientos intelectuales han tratado de elaborar una propuesta final capaz de traer un espíritu de comunión al vasto extenso continente. Entre la europeización, el nativismo y el mestizaje, los debates siguen tratando de reflejar el estado de América y su historia.
El llamado “pasado colonial” parece justificar diversas cuestiones de este. La subordinación socio-económica, la pobreza, la violencia y la corrupción son los rastros de una perspectiva que aporta la subordinación como una condición incluida en las diversas cuestiones que rodean el pueblo americano. Sin embargo, otros historiadores y filósofos tratan de superar el pasado construido a partir de una mirada un poco más sensible a la forma que conseguimos responder a las experiencias y desafíos.
Los estudios recientes muestran el continente americano como un híbrido cultural. Hasta cierto punto, forman un carácter distintivo de sus hábitos e instituciones. Sin amenizar los problemas enfrentados, esta nueva corriente de comprensión histórica abandona la idea sobre la presencia de un pasado colonial para pensar que el continente americano posee problemas y soluciones hechas de forma independiente. Por lo tanto, América es un lugar único que no encierra su dinámica histórica en la imitación del europeo civilizado o en la pureza del nativo en libertad.