En la naturaleza existen diferentes tipos de interacciones que pueden ocurrir dentro de una especie (relación intraespecífica) o entre especies (relación interespecífica). En estas relaciones, algunas ofrecen beneficios para ambas especies, por eso son llamadas de relaciones positivas (o armónicas), y otras en las cuales hay perjuicio y por eso son consideradas relaciones negativas (o no armónicas).
Un ejemplo de las relaciones interespecíficas es la herbivoria, en la cual un animal se alimenta de las partes vivas de las plantas, siendo bueno para el animal, pero perjudicial para las plantas.
Para contener este tipo de daños, ciertas plantas tienen mecanismos de defensa mecánicos y físicos. Un ejemplo de mecanismo de defensa físico es la presencia de espinas, lo cual dificulta la colección de piezas de la planta. Los mecanismos químicos implican toxinas producidas por la planta, que apartan los animales, sea por el sabor desagradable, sea por el vegetal ser indigesto. También hay casos que implican a hormigas en la protección de vegetales. Las hormigas se alimentan de néctar o de otros productos de la planta y al defender su territorio la protegen de la Herbivoria. Algunas plantas también desarrollan mayor capacidad de recuperación.
Un animal cuando se alimenta de plantas – seres llamados autótrofos o productores – está adquiriendo energía que fue captada por las plantas para su supervivencia y reproducción. Así, la Herbivoria es una relación de gran importancia, pues es a partir de ella que los nutrientes y energía llegan a otros niveles tróficos de la cadena alimentaria.
Fotografía © Raúl González López