El periodo conocido como helenístico fue un punto de referencia entre el reino de la cultura griega y el advenimiento de la civilización romana. Los soplos inspiradores de Grecia se diseminaron, esta vez, a través de una región exterior conquistada por Alejandro Magno, rey de Macedonia. Con sus investidas bélicas él incorporó al universo griego aspectos de Egipto, Persia y parte del territorio oriental, incluyendo la India.
Durante esta época, un hecho inédito sucede en el escenario mundial, una cultura de dimensión internacional, en la cual se destacan los valores y el idioma de Grecia. Esta era tiene la duración de por lo menos 300 años, encontrando su final en el 30 a.C., con la invasión de Egipto por los romanos.
Alejandro el Grande y su reino
El período helenístico se caracteriza principalmente por un florecimiento de la ciencia y el conocimiento. La cultura griega se convierte dominante en las tres esferas principales afectadas por el helenismo: Macedonia, Siria y Egipto. Más tarde, con la expansión de Roma, cada uno de estos dominios será absorbido por el nuevo poder romano, dando lugar a lo que históricamente se conoce como final de la antigüedad. Antes de cerrar la etapa histórica, sin embargo, los romanos fueron dominados por los griegos, sometidos al helenismo, de ahí la cultura griega fue después perpetuada por el Imperio Romano.
Ahora no había fronteras entre los distintos territorios, las diversas culturas y religiones diferentes. Antiguamente todos los pueblos adoraban a sus dioses, pero con la difusión de la cultura griega, todo se convierte en una olla grande sincrética donde se mezclan las creencias religiosas más diversas, filosóficas y científicas. Alejandría era el gran centro de cultura helenística, especialmente en las artes y la literatura.
Entre los alejandrinos florecieron los edificios culturales más significativos de este período: el Museo, que abarca el Jardín Botánico, el Zoológico y el Observatorio Astronómico, y la famosa biblioteca de Alejandría, que albergaba a más de 200.000 libros, salas en las que los copistas trabajaban activamente y había talleres dirigidos para la fabricación de papiro. Otro núcleo cultural importante fue Antioquía, la capital siria, que se encuentra cerca de la desembocadura del río Orontes, en el Mediterráneo.
La época helenística supuso un increíble y sorprendente progreso de la historia como el nuevo estatus de la matemática y la física, donde aparecen figuras clave como Euclides y Arquímedes; el desarrollo de la astronomía, medicina, geografía y la gramática; la literatura conoce su apogeo con el poeta Teocritus, que prevalece sobre todo en la poesía idílica y bucólica.
En la filosofía sobresalen cuatro corrientes del pensamiento para el descubrimiento sobre la fórmula de felicidad humana: los cínicos, que cultivaron la idea de que ser feliz dependía de liberarse de las cosas transitorias, incluso las preocupaciones con la salud; los estoicos y los epicuristas, que creían en un individualismo moral; y el neoplatonismo, movimiento más significativo de la época inspirado por los presocráticos Heráclito y Demócrito.
En las artes clásicas cabe mencionar obras como como la Venus de Milo, la Victoria alada de Samotracia y el grupo de Laocoonte.
Religiosamente se puede decir que el helenismo se opuso a la nueva religión pagana que dominó el escenario histórico de la dominación de Roma, el cristianismo.