Gripe: secreción nasal, nariz obstruida, tos, estornudos y fiebre son sus principales síntomas. La infección se produce a través del contacto con el virus eliminado por gotitas de saliva y secreciones nasales. La vacunación se recomienda para los niños, los ancianos, los pueblos indígenas y las personas inmunodeprimidas.
Hepatitis: se caracteriza por la inflamación del hígado, causando ictericia, náuseas, fiebre, vómitos, entre otros. Puede ser transmitido a través de las relaciones sexuales y la sangre contaminada (hepatitis B y C), o por alimentos y agua contaminados (hepatitis A).
Herpes: el ADN del virus, con envoltura, es de cadena doble. El herpes simple es transmitido cuando un individuo tiene contacto con las vesículas rojizas que las caracterizan – o bien con objetos que tuvieron contacto con el virus.
Poliomielitis: el enterovirus es responsable por esta enfermedad, formado por ARN y no envuelto, puede causar una simple fiebre y malestar o bien evolucionar, en casos más raros, para un cuadro clínico donde el sistema nervioso termina siendo afectado. En estas situaciones puede causar parálisis al individuo. La ingestión de alimentos contaminados, o contacto con la saliva de alguien afectado por la poliomielitis son las principales formas de contagio. Su vacuna es bastante eficiente.
Rabia: enfermedad mortal cuando no es tratada inmediatamente con suero y vacuna específicos. El virus ARN, con envoltura y de cadena simple, alcanza el sistema nervioso, siendo transmitido por la mordida, picadura o arañazo de mamíferos, como perros, gatos y murciélagos. Espasmos, comportamiento agresivo, taquicardia y dolor al tragar son sus principales síntomas.