La giberelina es una hormona vegetal que se encuentran en las raíces de las plantas, en las hojas jóvenes, en las semillas en etapa de germinación, frutos, entre otros. Esta hormona fue descubierta en 1926 por un científico japonés que estudió el motivo por el cual las plantas de arroz crecían incesantemente pero no producían semillas. En sus estudios E. Kurosawa descubrió que lo que provocaba ese crecimiento era una toxina producida por un hongo conocido como Giberella fujikuroi.
La hormona en cuestión opera principalmente en el crecimiento de los tallos y las hojas de las plantas, regulando su altura, siendo también importante en el desarrollo de los frutos, en la floración y en el retraso del envejecimiento de los tejidos vegetales. La giberelina es transportada vía xilema, junto con la savia, a todas las partes de la planta.
La giberelina también tiene gran importancia durante la germinación de la semilla, porque durante este proceso, una vez que la semilla comienza a absorber agua del medio para que consiga germinar, esa absorción induce el embrión a producir giberelina, desatando su germinación y consecuentemente su crecimiento.
Sabemos que uno de los efectos de la hormona vegetal auxina en las plantas se da en la formación de los frutos. Si esa hormona es aplicada en los ovarios de algunas especies de plantas inducirá a la formación partenocárpica de los frutos, es decir, los frutos se formarán sin que el óvulo haya sido fecundado. Pues bien, así como las auxinas, las giberelinas también han sido empleadas por algunos productores en la obtención de frutos partenocárpicos en algunas especies de plantas como melocotones, mandarinas y uvas, pues igual que la anterior hormona, las giberelinas tienen el efecto de inducir el crecimiento de los frutos sin que haya fecundación. Es importante recordar que las flores de los vegetales que reciben ese tipo de hormona crecen sin semillas.
