© Guadalupe de la Vallina
Antes de saber sobre el genocidio de los pueblos precolombinos, sepa que los mismos, desde los caníbales hasta los grandes imperios constituidos, fueron prácticamente diezmados. De los 80 millones de nativos estimados en el momento de la llegada de los europeos, restaron menos de 10 millones de habitantes un siglo más tarde.
Esta destrucción se llevó a cabo no sólo por los españoles, aunque ellos sobresalieran por ocupar un territorio mucho mayor y bastante más poblado. Todos los europeos que se establecieron en América – unos más, otros menos – fueron responsables por el fin en masa de estas culturas nativas.
Al final de la época colonial, los pueblos precolombinos todavía existieron, en un número significativo, en las regiones de los imperios más poblados, como los correspondientes a los imperios azteca e inca, o en regiones todavía impenetrables para los europeos, como el interior de la selva amazónica y las regiones montañosas de la cordillera andina.
Otros lugares donde los pueblos indígenas vivían razonablemente bien fueron las relativas al oeste americano, el interior de Argentina y de Uruguay y Chile, donde prácticamente no hubo ningún asentamiento europeo.
Más tarde, cuando estos países se volvieron independientes de sus colonizadores, la población de descendientes europeos se intensificó y los precolombinos también fueron masacrados en nombre del progreso europeo de la época. En las Antillas, menos de una década después de la conquista española, los indígenas ya estaban prácticamente extintos.
¿Cuáles son los motivos que llevaron al genocidio de los precolombinos?
En primer lugar, la conquista en sí misma. Conquista, significa en este caso, el dominio de la población y la explotación de sus recursos. Como sabemos, cuando llegaron al Nuevo Mundo, los europeos se establecieron en aquellas regiones que ya poseían un mínimo de asentamiento y organización. Ellos solamente podrían sobrevivir donde hubiese una agricultura nativa para alimentarlos.
Los precolombinos fueron sometidos al trabajo forzado por los europeos para producir los alimentos y buscar el oro. En varias colonias, los indios fueron esclavizados. El exceso de trabajo, las malas condiciones de vida y el hambre diezmaron las tribus.
Enfermedades como la gripe, la viruela y el sarampión, a la cual los nativos no tenían ninguna resistencia por ser desconocida, también diezmaban la población precolombina. La imposición de la fe católica y la destrucción de la cultura y el modo de vida nativo también contribuyeron a la desaparición de varios grupos. Sus dioses y rituales estaban muertos, sus creencias eran perseguidas y sus valores alterados. Se perdieron sus referencias psicológicas y sociales. El trabajo monótono, intensivo, forzado, sin ocio ni ritual religioso les quitaba su alegría por la vida y dejaba sus vidas sin una razón para su propia existencia.
Muchas de estas personas evitaron reproducirse, optando por la autoextinción de sus pueblos. Para escapar de esta opresión, buscaban inhóspitas regiones, donde las condiciones de vida y la comida eran diferentes de aquellas a las que habían sido acostumbrados, lo que hacía su existencia aún más difícil. La tala de bosques para la plantación de caña de azúcar o para la cría ganadera transformó el cuadro natural de los paisajes y afectó al hábitat precolombino, llegando a provocar profundos cambios incluso en la dieta de los nativos.
