Filipo II fue rey de Macedonia y padre de Alejandro Magno. A mediados del siglo cuarto (359 a.C) subió al trono de Macedonia, Filipo II, quien había pasado tres años en Tebas como garantía de la alianza que su padre había contratado a esa ciudad. Filipo II había aprendido a admirar la cultura griega, sobre todo los métodos militares que permitieron a los griegos vencer a los persas. Filipo II también podría ver de cerca las rivalidades que existían entre las diversas ciudades-estado y fueron la fuente de división entre los griegos.
Al asumir el gobierno de Macedonia, Filipo II comenzó a reformular su pleno poderío militar. Organizó un poderoso ejército compuesto por infantería y caballería. Los infantes eran campesinos reclutados que estaban armados con lanzas especiales de longitud variable en función del lugar asignado a cada combatiente en la falange. El batallón estaba formado por 10.000 hombres, repartidos en 16 filas, con un avance que podría lograr un kilómetro. Fue el primer paso en un plan que pretende unificar la política y el poder militar en todo el mundo griego. El objetivo final fue la conquista de Persia.