La fiebre es la elevación de la temperatura corporal por encima de los valores considerados normales para el individuo, es decir, por encima de 37,5 °C. Es un síntoma de que el sistema inmunológico está trabajando para contrarrestar cualquier agresión o amenaza.
Infección, cáncer, reacción alérgica, problemas emocionales, trastornos hormonales, exposición excesiva al sol, lesiones en el hipotálamo y el ejercicio físico excesivo son algunas de las causas de la fiebre.
El hipotálamo es un centro que regula nuestra temperatura, tratando de mantener nuestra temperatura interna alrededor de 37 °C. En los casos de fiebre, algunas de nuestras células producen sustancias que estimulan nuestro centro regulador para un nivel superior de temperatura, por medio de temblores, produciendo calor y/o vasoconstricción, reduciendo el flujo sanguíneo de la piel, reduciendo la pérdida de calor.
Para enfrentar la fiebre se recomienda el uso de ropa ligera, baños con agua caliente, suficiente ingesta de líquidos, alimentación proporcional al apetito y mantenerse en ambientes aireados. En casos más severos, tales como fiebre por encima de 39,5 °C con escalofríos, fiebre de más de 3 días, vómitos y convulsiones, administrar paracetamol, ácido acetilsalicílico (aspirina) o ibuprofeno – siendo el primero el más recomendado – y buscar tratamiento médico.