Escuelapedia.com Historia Evolución de las monarquías nacionales

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Evolución de las monarquías nacionales

Evolución de las monarquías nacionales

¿Cómo surgieron las monarquías nacionales? En el siglo XIII, algunos países europeos han acentuado su política de centralización del poder. En el siglo XV, aunque todavía hay elementos de la sociedad, la economía y la política feudales en la mayoría de los países europeos ya no podían decir que la fuerza política eran los señores feudales.

Crecía en Europa la conciencia de la nacionalidad. La gente se sentía natural de un país, y no de feudos y regiones. Esta toma de conciencia de haber nacido en un país se debió a varias razones: los reyes eran muy queridos y respetados por la gente, que los consideraban sus protectores contra los abusos de los nobles y de los clérigos; esa misma protección se aplicaba para los comerciantes viajeros; el empleo de una lengua nacional en los documentos, superando los dialectos regionales y creando una unidad lingüística.

El Estado-nación se negó a reconocer ninguna autoridad superior a él, ni siquiera el emperador del Sacro Imperio Romano, o el Papa, que antes tenía inmensa autoridad moral y política.

Para reforzar el poder del Estado nacional y del soberano, fueron necesarios tres recursos. Primero, un cuerpo de funcionarios entrenados, especializados en el arte de gobernar, obedientes y pagados por el rey.

En segundo lugar, la creación de una capital. En el feudalismo, el rey no residía en una ubicación fija. Con su séquito, vagaban por el país, permaneciendo en feudos, siendo influenciados y limitados por los señores feudales. Los soberanos habitaban regularmente una ciudad donde también se instalaban sus asesores. Algunas de esas capitales, como París y Madrid, se convirtieron en grandes obras nacionales, con palacios, jardines y teatros.

En tercer lugar, era necesario un ejército nacional, pagado y fiel al rey, para imponer a los nobles y ciudades que no aceptasen la pérdida de autonomía, así como a los países vecinos que no respetasen el país.

Las nuevas armas y tácticas militares ayudaron a la aparición de un ejército nacional. Las nuevas necesidades de la guerra, como la artillería, marina de guerra, gran número de soldados, hacen que sea más costoso el balance real y por encima de la capacidad de cada noble individualmente. Solamente el Estado centralizado podría de esos medios. Podemos entonces decir que el Estado moderno nació de esas necesidades de la guerra. Los reyes gobernaban de acuerdo con la religión, siguiendo las leyes de Dios, pero no subordinaban al Papa, que continuaba siendo el árbitro supremo en las disputas entre naciones católicas. Los clérigos más destacados fueron incluidos a los órganos y consejos del Estado y la designación de obispos y abades nacionales pasó a ser hecha por los soberanos. Además de la religión, el poder real se apoyaba en el derecho feudal y en el derecho romano. El soberano seguía siendo el supremo de todos los nobles, que le debían fidelidad, no era considerado propietario de sus sádicos, y debía respetar su libertad y sus bienes de acuerdo con la ley divina y la ley natural.

En el momento de la formación de las monarquías nacionales, la libertad de los individuos se limita sólo a la vida cotidiana, pero estaba sujeta al interés colectivo por límites estrictos. Los individuos tenían deberes respecto a la sociedad y debían respetar a los privilegiados y sus privilegios. En los Estados nacionales, el rey no podía secuestrar la propiedad de los nobles, burgueses y clérigos, excepto en los casos de traición, rebelión o desobediencia. Para los pobres, locos y mendigos no había ningún tipo de libertad. La Edad Moderna y el Estado nacional les arrebataron hasta la libertad de moverse. Pasaron a ser vistos como inútiles, indeseables y eran metidos en prisiones, hospitales mentales, casas de trabajos forzados o simplemente deportados para las colonias. El Estado nacional, al mismo tiempo en que aumentó la riqueza para la minoría de los privilegiados, aumentó el número de miserables destinados a la más cruel represión.

La Edad Moderna, con la expansión de la idea de la ganancia, de la riqueza, aborrecía a los pobres, vistos como un obstáculo para la nueva sociedad capitalista que estaba naciendo. Excepto en las actuales Alemania e Italia, cuya unificación solamente sucedió a finales del siglo pasado, en la mayor parte de la Europa occidental del siglo XV, la formación de las monarquías nacionales o del Estado moderno ya era una realidad. La nobleza feudal típica, dependiente de las rentas de sus inmensos dominios, se volvería minoritaria. La mayor parte de ella se había transformado en nobleza de la corte, viviendo de servicios prestados al Estado, siendo, por tanto, dependiente de los favores reales.

Los reyes también buscaron consultores jurídicos, expertos económicos y secretarios de los elementos burgueses. Pero en este caso, el criterio era a título personal, después de todo, fueron ellos los que entendían la nueva economía monetaria, tenían la capacidad de competir y conseguían hacer que las relaciones de negocios fuesen transacciones impersonales. Con variaciones de país a país, la burguesía que servía al Estado se ennobleció, y muchos nobles se aburguesaron al aplicar sus capitales en el comercio.

Y así comenzó la evolución de las monarquías nacionales.

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