Más tarde del fallecimiento de Confucio nacieron dos escuelas relevantes de pensamiento: una representada por Mencio; la otra por Xun-zi. Mencio continuó las instrucciones éticas de Confucio acentuando la bondad innata de la naturaleza humana. Creía, no obstante, que la bondad inherente del ser humano puede degradarse por el propio esfuerzo destructivo o inmeroa en un ambiente perverso. El conflicto de la cultura moral consiste, por esta razón, en conservar o al menos en reparar la bondad que es un derecho de nacimiento de cada uno. En el orden político, Mencio es considerado a veces como uno de los primeros defensores de la democracia, pues anticipó la idea de la supremacía del pueblo sobre el Estado.
En disconformidad a Mencio, Xun-zi aseguraba que las personas surgen con una naturaleza perversa sin embargo son susceptibles de rehacerse gracias a la educación moral. Creía que los anhelos han de estar guiados y moderados por las normas de la corrección y que el carácter debería ser instruido mediante un cumplimiento metódico de los ritos y por la práctica de la música. Este código ejerce una influencia poderosa sobre el carácter al conducir de una forma correcta las emociones y suministrar equilibrio interna. Xun-zi fue el principal ejemplo del ritualismo en el confucianismo.
Tras un breve periodo de ocaso en el siglo III a.C., el confucianismo reapareció durante la dinastía Han (206 a.C.-220 d.C.). Las obras confucianas, copias de las que habían sido destruidas en la fase precedente, fueron restauradas, canonizadas y adoctrinadas por eruditos en las academias nacionales. Estas obras constituyeron además las bases de los posteriores exámenes para ejercer puestos ciudadanos y políticos; los candidatos a puestos gubernamentales de responsabilidad eran nombrados en función de su conocimiento de la literatura clásica. Como consecuencia, el confucianismo recibió un dominio firme sobre la vida intelectual y política china.
El éxito del confucianismo Han se debe en buena medida a Tung Chung-shu, quien fue el primero en recomendar un método de educación construido sobre las instrucciones de Confucio. Tung Chung-shu creía en una estrecha correspondencia entre los seres humanos y la naturaleza; así, las acciones de la persona, en especial las del soberano, son a menudo desencadenantes de fenómenos peculiares en la naturaleza. Debido a la autoridad del soberano, recae sobre él la responsabilidad de fenómenos como el fuego, una inundación, un terremoto o un eclipse. Como estos malos presagios pueden caer sobre la tierra como una advertencia a la humanidad de que no todo se halla en equilibrio en este mundo, el pavor al escarmiento divino resulta útil como freno a los abusos de poder de la monarquía absoluta.
En el caos político que ocurrió a la caída de la dinastía Han, el confucianismo fue superado por las filosofías contrincantes del taoísmo y el budismo, y el pensamiento sobrellevó un contratiempo. Sin embargo, los clásicos confucianos siguieron siendo la fuente primordial de conocimiento para los sabios y con la restauración de la paz y la prosperidad en los tiempos de la dinastía Tang (618-907) se estimuló la difusión del confucianismo. El monopolio de los conocimientos de los eruditos confucianos les aseguró otra vez elevados puestos burocráticos. El confucianismo volvió a ser la enseñanza ortodoxa estatal.