Las erupciones de los volcanes pueden ser efusivas, explosivas y mixtas. Su clasificación varía en función de parámetros como composición química, temperatura y tipo de magma. En cuanto a materiales, existe el magma basáltico y el magma granítico; desde el punto de vista químico, distinguimos el magma básico y el magma ácido.
El magma basáltico produce lava que fluye fácilmente, a menudo produciendo vulcanismo de tipo fisural. Es bastante caliente, pero no tiene muchos gases y no es tan destructivo. Un ejemplo de magma basáltico se encuentra en Hawái o la la meseta del Decán (India). Este tipo de magma corresponde con erupciones de tipo efusivo.
Las erupciones efusivas producen flujos de lava con elementos muy volátiles. Son de baja viscosidad y alta temperatura perdiendo fácilmente sus elementos gaseosos. Este tipo de erupción volcánica puede recorrer grandes distancias kilométricas. Sus gases son liberados fácilmente.
Por el contrario, las erupciones explosivas no tienen esa capacidad de desplazamiento debido a su gran viscosidad. Las erupciones de este tipo son producidas por la rápida expansión de la fase gaseosa que separa el magma (material interno del volcán). Tienen obstáculos para fluir e impiden la liberación de gases sucediendo así una violenta erupción.
La erupción mixta efectivamente alterna períodos explosivos y efusivos, tanto con explosiones violentas, liberación de materiales y gases, como con el desplazamiento de la lava.
