El equinoccio es un fenómeno donde la duración del día es la misma que la de la noche y el Hemisferio Norte y Sur reciben la misma cantidad de luz. Etimológicamente la palabra se divide en: aequus (igual) y nox (noche) lo que equivaldría en su significado a noches iguales. Se produce solamente dos veces al año, normalmente en los días 21 de marzo y 23 de septiembre.
La diferencia en la distribución de los rayos solares entre ambos hemisferios es consecuencia de una inclinación de aproximadamente 23º27’ del eje de rotación de la Tierra –movimiento que la Tierra realiza en torno a su mismo eje- con relación al eje de traslación –movimiento que la Tierra realiza alrededor del Sol-. De esta manera, en un ciclo anual, la luz solar incidirá con mayor fuerza sobre uno de los hemisferios, alternando en otra parte del año, según el movimiento que realice la Tierra.
Sin embargo, en dos días del año, la Tierra se encuentra en los puntos donde los rayos solares caen perpendicularmente a la línea ecuatorial, proporcionando la misma distribución de la luz para ambos hemisferios, caracterizando el equinoccio. Los días y las noches son de igual longitud (12 horas).
Los equinoccios definen los cambios de las estaciones del año: el 21 de marzo, comienza la primavera en el hemisferio norte y el otoño en el hemisferio sur, el 23 de septiembre, ocurre lo contrario, el otoño en el hemisferio norte y la primavera en el hemisferio sur.