El gas natural es una fuente de combustible fósil muy similar al petróleo crudo, que se formó durante millones de años de sedimentos provenientes de animales y plantas. Al igual que con el petróleo, el gas natural se encuentra en depósitos subterráneos, donde se extrae. La diferencia principal reside en la posibilidad de ser utilizado tal como es extraído en su origen, sin refinar.
Su exportación se suele producir a través de oleoductos. Junto a las zonas de consumo, urbano y/o de la tubería industrial, el gas natural pasa a las redes de distribución, que son instaladas, normalmente, por debajo de las aceras o los lados de las carreteras, y a través de las cuales llega a los hogares de sus consumidores.
Formado por pequeñas moléculas de carbono e hidrógeno únicamente, el gas natural presenta una combustión más limpia que cualquier otro derivado del petróleo. Añadido a lo mencionado, en relación a la emisión de gases de invernadero (dióxido de carbono, dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno), la combustión del gas natural libera poco dióxido de carbono y la cantidad de óxidos de nitrógeno resulta mucho menor en comparación con los resultados de la combustión de gasolina o gasóleo.
