El carbón es una roca mineral de color negro con propiedades combustibles, constituida mayoritariamente por carbono. La explotación de los yacimientos de carbón se realiza en más de 50 países, lo que demuestra su abundancia. Esto contribuye en gran medida, de modo que este combustible resulta ser más barato.
Inicialmente, el carbón fue utilizado en todos los procesos industriales y en los hogares, en los hornos, estufas y otros sistemas eléctricos. Era, incluso, el primer combustible fósil en ser utilizado para la producción de energía eléctrica en las centrales térmicas. En 1950, el carbón tenía una cobertura del 60% de las necesidades energéticas mundiales, pero en la actualidad el porcentaje decreció sustancialmente. En la actualidad, por causa del petróleo y sus derivados, dejó de ser usado en la industria, a excepción de la metalurgia y del sector doméstica. Se calcula que, por el ritmo actual de consumo, las reservas disponibles puedan durar por los próximos 120 años.
El principal problema de la utilización del carbón se refiere a los contaminantes resultantes de su combustión. De hecho, la quema conduce a la formación de ceniza, dióxido de carbono, dióxidos de azufre y óxidos de nitrógeno, en cantidades mayores que las producidas en la combustión de otros combustibles fósiles.