La energía es todo lo que produce o puede producir la acción, y por lo tanto, puede tomar muchas formas: energía mecánica, energía térmica, energía química energía gravitatoria, energía eléctrica, energía magnética, energía radiante, energía nuclear, etc. Todo es energía.
La energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma, de la cual el hombre puede disfrutar y tomar de la naturaleza y sin la cual no puede vivir. Durante mucho tiempo, sólo el oro y las piedras preciosas fueron considerados riqueza; en la actualidad, son los recursos energéticos los que determinan la riqueza de los países.
El consumo de energías fue tan devastador, que aumentará cerca del 46% hasta 2010, lo que lleva a su existencia apenas hace algunas decenas de años. El 85% de la energía utilizada en todo el mundo proviene del petróleo y el carbón.
Todo lo que sucede a nuestro alrededor está causado por la energía. Buscamos a través de una ventana. Si es de día, el sol nos da luz y calor (energía solar), si es de noche, las luces nos producen luz (energía eléctrica). El coche nos lleva a la escuela, el hogar o el empleo se está alimentado con gasolina, un derivado del petróleo. Los alimentos que comemos son la energía que utilizamos para nuestras tareas diarias. Como podemos ver la energía se implica en todas las tareas.
La historia de la energía
La historia humana está entrelazada con la historia de la energía, ya que la primera forma de energía utilizada por el hombre era su propio cuerpo en la lucha por la supervivencia en un mundo donde sólo los fuertes sobreviven.
La historia de la energía comienza en la prehistoria cuando los cavernícolas descubrieron las ventajas del fuego para su alimentación y protección. Al principio, cuando un rayo prendió fuego a la vegetación, el hombre trató de conservarlo durante el mayor tiempo posible, pues todavía no sabía cómo hacer fuego.
Más tarde el hombre descubriría su origen: a través de la fricción de las piedras y la madera, donde las chispas prendieron fuego a la hierba seca, el hombre comenzó a dominar y producir la energía para su propio beneficio (cocinado de alimentos, calefacción durante las noches frías, iluminación y defensa de otros animales y grupos enemigos). Poco después, utilizaría el fuego para una nueva aplicación: la fundición de minerales. Este nuevo hallazgo implicaría la fabricación de armas y herramientas, así como la creación de cerámica.
La energía eólica tiene un papel clave en el desarrollo de la humanidad, una vez que hizo posible a los navegantes europeos emprender grandes aventuras y realizar valiosos descubrimientos. La fuerza de los vientos permitió una navegación por los mares, pudiendo conocer nuevos continentes y realizando su colonización. La energía eólica también tuvo gran importancia en la transformación de productos primarios a través de los molinos de viento que se encontraban entre los primeros procesos industriales desarrollados por el hombre.
Sin embargo, el punto de referencia para el uso de energía por el hombre se llevó a cabo durante el siglo XVIII con la invención de la máquina de vapor, que inició la era de la Revolución Industrial en Europa, marcando definitivamente el uso y la importancia de la energía en los tiempos modernos. Las invenciones de la locomotora y los telares fueron una de las primeras aplicaciones de la energía del vapor. A continuación, el avance los barcos a vapor contribuía significativamente al desarrollo del comercio mundial.
En la segunda mitad del siglo XIX se inicia el uso de nuevas fuentes de energía: el petróleo y la electricidad. Ambos recursos serían los antecedentes responsables de dar el gran salto en el desarrollo de la humanidad. Actualmente, y como resultado de los cambios, el hombre ha alcanzado hechos inmensurables.
Qué es la energía
La energía es un recurso muy valioso para el desarrollo de vida en nuestro planeta. Necesitamos energía para movernos, comunicarnos, garantizar la iluminación y confort térmico en nuestras casas, entre otros muchos usos de las actividades humanas.
Cualquier acción que implica, por ejemplo, el movimiento, el cambio de temperatura o la onda de transmisión, requiere la presencia de la energía. Para ello, podemos definirlo como una propiedad de todo el cuerpo o sistema, gracias al cual su situación o estado puede ser cambiado o, alternativamente, puede actuar en otros órganos o sistemas de activación en los procesos de transformación de los últimos.