La palabra Smog es de origen inglés (smoke = humo; fog = niebla). Pero, ¿será que el nombre guarda relación con la definición del término? Tal vez no hayas oído hablar del nombre, pero con certeza ya lo habrás podido comprobar. ¿Sabes ese humo de contaminación que se acumula en la atmósfera de los grandes centros urbanos? ¿De dónde procede?
El Smog es proveniente por la combustión incompleta de combustibles fósiles (derivados del petróleo). Los gases liberados por los carburadores de coches no se acumulan sólo a nivel del suelo, tienden a elevarse y a formar una densa niebla. Con seguridad el paisaje queda damnificado con la presencia de humo oscuro, y lo peor es que no es apenas una cuestión estética o belleza urbanística.
El Smog causa graves daños a la salud humana, más precisamente en las vías respiratorias. Problemas como la irritación constante en la garganta y fosas nasales, son problemas comunes a los residentes de la capital donde el tráfico automovilístico se intensifica cada día.
Conozcamos ahora algunas de las variedades de Smog que existen:
- Smog urbano: el más común, es una mezcla de gases contaminantes, niebla y partículas sólidas (polvo). La coloración oscura es debido a la confluencia de estos materiales.
- Smog industrial: presencia de compuestos más dañinos a la salud, como el H2SO4 (ácido sulfúrico), SO2 (dióxido de azufre), cenizas, hollín, entre otros. Por esta razón la contaminación industrial es considerada un riesgo para la humanidad.
- Smog fotoquímico: el propio nombre ya la define, se produce en presencia de luz. Esta niebla es común en días calurosos y secos, en su composición encontramos dióxido de nitrógeno (NO2) procedentes de los tubos de escape de automóviles.