El totalitarismo es una experiencia política que se refiere a una especie de gobierno establecido en la Europa de pós-Primeira guerra. Primero, el término fue acuñado por el filósofo Giovanni Amendola, quien definió el régimen totalitario al pico de un proceso donde un partido individual o político asume el control del estado. Sin embargo, el totalitarismo puede también establecer mediante una relación con la sociedad donde las personas tienen sus vidas estrechamente controladas por el gobierno.
Dejando este ideal ubicuo que gana el Estado totalitario en su discurso formal, podríamos marcamos generalmente algunos de los rasgos más recurrentes clase de gobierno. En la esfera política, totalitarismo reprimen sistemáticamente la existencia de grupos políticos divergentes de orientación oficial. Por lo tanto, esos gobiernos regularmente abogan por la adopción de un sistema de partido único, con ningún otro grupo político reconocido.
En economía, podemos ver la instalación de una doctrina de carácter visiblemente intervencionista. La participación directa del Estado en la economía sería un punto donde cualquier otra forma de ordenación de las actividades productivas atentaría contra el fortalecimiento de la economía y el propio gobierno. Generalmente, este tipo de intervención se manifiesta en el despliegue de las empresas estatales y en la regulación directa de los emprendimientos de iniciativa privada.
Teniendo la concentración de poderes como uno de sus rasgos más característicos, los gobiernos totalitarios establecen fuerzas armadas y la policía como una extensión del Estado. Frente a los potenciales opositores políticos, la policía tiene un papel clave para asegurar la sumisión al gobierno utilizando la violencia física, tortura, detenciones arbitrarias, espionaje, censura y exilio. Las fuerzas armadas, complementando esta acción, deben ser fuertemente protegidas contra cualquier amenaza externa.
Además de las manifestaciones directas de su poder de acción, el totalitarismo tiene una ideología reafirmada sistemáticamente a través de agencias de publicidad. A través de una propaganda masiva, el régimen repite sistemáticamente una visión histórico-ideológica de la nación. Generalmente, los líderes totalitarios buscan reconstruir un pasado glorioso según su propio criterio que debe ser incesantemente glorificado.
En este sentido, la veneración de los símbolos y héroes nacionales refuerza esa interpretación del pasado. El entusiasmo nacionalista se celebra en varias ocasiones a través de manifestaciones públicas, fiestas patrias, carteles, canales de comunicación y las políticas educativas del Estado. Además de sobrevalorar un pasado de glorias, la ideología totalitaria ofrece una perspectiva de futuro donde la unidad ofrece una época posterior próspera y soberana.
Reasumiendo las características del régimen totalitario, podemos visualizar algunos gobiernos donde dicha acción tomó forma. Entre los gobiernos totalitarios más conocidos pueden destacar el nazismo alemán, el fascismo italiano y el estalinismo. El totalitarismo, siendo una forma ideal de gobierno, también tenía en cada una de esas naciones características diferenciables.
Además, podemos destacar que las prácticas totalitarias que existen en algunos gobiernos no reconocen el totalitarismo. Por tanto, no podemos decir que el totalitarismo desapareció totalmente o perdió fuerza entre las naciones que partieron hacia la adopción de un régimen democrático. Incluso en algunas democracias, la cuestión de la libertad individual, organización de los movimientos sociales o el sistema electoral pueden contener algunos trazos de naturaleza totalitaria.
