El tesoro de los templarios todavía despierta la curiosidad de muchas personas. Siendo una mezcla de lucha y devoción religiosa, el movimiento cruzado abrió el camino para varias órdenes de carácter monástico-militar surgidas en Oriente. En el siglo XII, un grupo de monjes caballeros franceses fue asignado para proteger a la ciudad de Jerusalén, conquistada recientemente por los cristianos en el transcurso entre los siglos XI y XII. Conocidos como Caballeros Templarios, ocupaba un ala del palacio real que habría sido parte integrante del antiguo Templo de Salomón.
Marcados característicamente por las túnicas blancas y la cruz, esos caballeros fueron volviéndose de gran importancia en la defensa del Estado Cristiano en Oriente, constantemente atacados por las tropas musulmanas. A medida en que ejercían función militar destacada, acumulaban tierras, castillos y otros bienes que transformaron esa orden religiosa en una poderosa institución económica. No era extraña la financiación de caravanas que establecían vínculo comercial entre la Tierra santa y la Europa Occidental.
En el siglo XIII y XIV, una parte significativa de los templarios estaba en territorio francés, detentando similar prestigio económico y militar en la región. En el 1307, el rey francés Felipe, el Hermoso, decidió promover la prisión de los caballeros templarios sobre la alegación de cometer diversos pecados contra la doctrina católica. Al mismo tiempo, el Papa Clemente V determinó la extinción de la orden religiosa y el gran maestro Jacques de Molay fue condenado a muerte.
En el desencadenante de esa gran confrontación contra los templarios aparecieron diversas leyendas sobre el funcionamiento interno de la orden y las intenciones del monarca francés. Entre los presuntos rituales secretos y otras acciones claramente autonomista circuló un fuerte rumor de que los templarios preservaban un tesoro secreto. Para algunos, en vista de ambiciones políticas y financieras del rey Felipe, habrían mantenido una importante riqueza oculta a lo largo de los siglos.
Según algunas teorías, los templarios conservarían una gran fortuna ubicada en tierras escocesas o españolas. Otros más curiosos sobre el tema especulan sobre una ubicación en territorio francés, en la región de Normandía o Rennes-le-Château, un pequeño pueblo situado en el sur de Francia. De hecho, a lo largo de todo el siglo XX, nos damos cuenta de que hay toda una literatura que trata de alimentar el aura de este misterio intrigante.
De acuerdo a la investigación histórica reciente, el mantenimiento de este misterio no tiene en cuenta el contexto francés de finales de la Edad Media. Durante este período, la formación de las monarquías nacionales y el gasto con las cruzadas determinaron la creación de una enorme deuda por parte de los monarcas franceses. Así, antes de la persecución a los templarios, el rey Felipe había buscado varias estrategias para saldar los cofres del gobierno. Fue allí cuando la persecución contra la Orden Templaria apareció.
El historiador Raymond Cazelles afirma que Felipe, el Hermoso, facilitó una confiscación de bienes y propiedades muy importantes para alcanzar a los templarios. Más que simplemente remediar el déficit presupuestario de su país brevemente, aquel vultuoso espolio conseguiría garantizar la estabilidad económica francesa por algunos años .De esa forma, queda muy difícil creer que algún que otro misterio haya sido descubierto solamente algunos siglos más tarde.