Entre las principales consecuencias de la descolonización podemos destacar el agrupamiento de los países recién liberados y su lucha común contra el subdesarrollo, la dependencia y el neocolonialismo.
En los países coloniales donde la transferencia del poder de la metrópoli para una élite nativa de cultura europea tuvo lugar de forma gradual o pacífica, la independencia se realizó sin revolución, es decir, con mantenimiento de las estructuras socioeconómicas tradicionales heredadas del antiguo colonialismo, como fue el caso de la India y de la mayor parte de las ex-colonias de la África tropical.
El Tercer Mundo en la descolonización
En países donde la conquista del poder era el resultado de una prolongada guerra, la independencia tuvo lugar simultáneamente con la revolución, es decir, con la modernización de las estructuras arcaicas a través de la reforma agraria y la nacionalización de empresas extranjeras, como fue el caso de los países de Indochina, Argelia y las ex-colonias portuguesas en África. El hecho es que, en cualquier caso, la descolonización afroasiática dio lugar a un gran número de nuevos países, que formaron el bloque del Tercer Mundo.
Esa denominación tuvo la siguiente clasificación: Primer Mundo formado por los países capitalistas desarrollados; Segundo Mundo integrado por los países socialistas desarrollados; y Tercer Mundo, formado por todos los países subdesarrollados, caracterizados por su lucha contra el subdesarrollo, la dependencia externa y el neocolonialismo. La política exterior de estos países se caracterizó por la defensa de neutralismo, la no alineación y la coexistencia pacífica, así como por la condena del colonialismo, imperialismo, discriminación racial y carrera de armamentos.
Geográficamente, los países del Tercer Mundo en general se encuentran en el hemisferio sur. En términos de división internacional del trabajo que caracterizó el comercio mundial, esos países exportaban, a bajos precios, minerales, materias primas y productos tropicales para los países del hemisferio norte e importaban de estos, a altos precios, productos manufacturados, capitales y tecnología. Como consecuencia de ese intercambio desigual, lo que se comprobó fue el deterioro de las condiciones de intercambio, la concentración de renta en los países más ricos y el creciente endeudamiento externo de los países subdesarrollados.
En una entrevista con el periódico Le Monde (en español El Mundo), Leopold Senghor, presidente de Senegal, declaró que ‘700 millones de hombres, habitantes de los países ricos, disponen del 80% de la producción mundial, mientras 2300 millones, es decir, dos tercios de la población del globo viven en países subdesarrollados, deben compartir sólo el 2% de esta producción’. Esa disparidad ha generado una situación de dependencia financiera de los países del Tercer Mundo hacia países más ricos, que se traduce en la necesidad de obtener préstamos y financiamiento, capital inversión y adquisición de tecnología.
A mediados de la década de 1980, sin embargo, se produjo la desestabilización de los bloques capitalistas y socialistas. Por otro lado, el proceso de democratización experimentado por los países de Europa Oriental, especialmente desde finales de la década y liderados por la ex Unión Soviética, impidieron su caracterización como un bloque homogéneo. De otra parte, la extrema pobreza de algunas regiones del planeta, ofreciendo pésimas condiciones de vida para sus poblaciones, resultaría en el establecimiento de lo que se ha denominado el Cuarto Mundo, el área donde se acentúan los problemas de desnutrición, salud y educación, entre otros, que representan un peligro para la seguridad mundial.
Desde un punto de vista económico, Estados Unidos y la antigua Unión Soviética ya no compiten por la posición hegemónica. El primero, seguido de cerca por Japón y Europa occidental ejerce supremacía económica sobre otras naciones.
La asistencia financiera estadounidense ya no se limita a los países dependientes directamente sino que se extiende también a los 26 países recién retirados del socialismo e incluso a los miembros de la ex Unión Soviética como consecuencias de la descolonización.
