El síndrome de inmunodeficiencia adquirida, conocido generalmente bajo el acrónimo SIDA es una enfermedad que ataca el sistema inmune, debilitándolo e inutilizando sus capacidades de restauración y homeostasis. Sus portadores presentan varios síntomas e infecciones, lo que resulta en el daño del sistema inmunológico.
Cómo ataca el cuerpo
Este virus ataca principalmente a los linfocitos que comandan la defensa de nuestro organismo.
Como resultado del ataque por el virus VIH, el número de linfocitos se reduce drásticamente y el cuerpo humano se ve completamente sin protección contra una serie de enfermedades e infecciones oportunistas.
Para entender más acerca de esta enfermedad, es interesante saber que el VIH es un retrovirus (virus con genoma de ARN) que infectan las células de nuestra edad y una vez dentro de ellos, se multiplica rápidamente.
Este virus causa la muerte de los linfocitos (células inmunes) debido a la gran cantidad de nuevos virus que produce en su interior. Cuando se infecta, las células de defensa son atacadas por el sistema inmune, ya que, mediante la presentación de las proteínas del virus en su membrana, nuestro cuerpo ya no es capaz de reconocerlas.
Todavía hay linfocitos infectados por el VIH que no muestran la replicación del virus, sin embargo, incluso en estos casos, la célula pierde su función debido a la presencia del invasor en su núcleo.
Transmisión/contagio
Su infección se produce a través de la contaminación por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).
El virus del sida se transmite generalmente a través de las secreciones genitales o sangre. El contagio se produce por vía sexual, intravenosa (compartir agujas contaminadas, por ejemplo) o de madre a hijo.
Tratamientos
Aunque aún no existe una cura para esta enfermedad, existen tratamientos muy eficaces para reducir la propagación del virus. El tratamiento se basa en el uso de medicamentos antirretrovirales o antirretrovíricos (TAR).
