Los polímeros son sustancias orgánicas representadas por extensas cadenas de átomos de carbono. Lo curioso es que un compuesto que parece, a primera vista, frágil, es capaz de retener una bala de revolver. Una sola cadena del polímero kevlar puede presentar de cinco a un millón de monómeros enlazados. No es casualidad que el polímero kevlar sea usado por la policía en la protección contra proyectiles y como chalecos antibalas.
Todo comenzó cuando el científico norteamericano Stephanie Kwolek, en el año 1965, descubrió a través de su investigación un material con resistencia térmica del amianto y rigidez de la fibra de vidrio. El nuevo compuesto poseía aspectos como la insolubilidad, resistencia al fuego, flexibilidad, ligereza y no sufría ataque químico.
Estas características fueron explicadas por la composición del material: las cadenas largas del anillo del benceno interconectadas con los grupos amida. Hasta ahora nada nuevo, el secreto estaba en la estructura organizada de la cadena, las fuerzas de atracción existentes entre las moléculas permitía que se alineasen en capas rígidas y superpuestas. Realmente se trataba de un material muy resistente que recibió la nomenclatura de kevlar. Para demostrar la fuerza garantizada por la organización estructural del compuesto, basta decir que es cinco veces mayor que la fuerza del acero.
La estructura química de kevlar explica por qué los chalecos antibalas son muy resistentes y capaces de proteger ante disparos de bala. Y no es sólo contra el crimen que el polímero actúa; cuando se añaden fibras a su composición, este se vuelve más resistente y entonces es aplicado en la fabricación de raquetas de tenis, motores de aviones, escudos militares, etc.
Ahora ya sabes que del acero no es todo lo resistente como se imaginaba, y que el polímero kevlar fue creado para beneficiar al hombre con su resistencia.
