El plan de Schlieffen, elaborado en 1905, fue la estrategia de la defensa alemana en la Primera Guerra Mundial en contra de un ataque de Francia, Inglaterra y Rusia. Alfred von Schlieffen, el comandante jefe del ejército alemán, estimaba que, en caso de guerra, era necesario derrotar lo más rápido posible a Francia. De esta manera, Inglaterra y Rusia serían incapaces de seguir luchando contra Alemania, garantizando la victoria.
Preveía, correctamente, que Rusia tomaría seis semanas o más margen de tiempo para movilizar a su ejército. Así, el plan utilizaba inicialmente el 90% de las fuerzas alemanas contra Francia, en un ataque dirigido a través de Bélgica, Holanda y Luxemburgo, desviando las defensas francesas localizadas en la frontera del este. El 10% restante de las fuerzas permanecería en el este de Alemania, en una posición defensiva. El objetivo era realizar un ataque por la espalda a las tropas francesas. Sin embargo, el plan de Schlieffen fracasó por diferentes motivos.
Resultado
Inicialmente, el plan de Schlieffen no tuvo éxito debido a que el ejército alemán no pudo derrotar a las tropas belgas rápidamente, lo que frenó el ataque inicial, dando tiempo a que las fuerzas francesas llegasen organizarse mejor y recibir el apoyo de la Fuerza Expedicionaria Británica.
La medida francesa para obtener apoyo auxiliar condujo a la adopción de un plan diferente en 1940, durante la invasión de Francia por los alemanes: una primera incursión a través de Bélgica y Holanda, para atraer a los ejércitos aliados, y otra poco después, con el uso masivo de columnas de blindados y la infantería motorizada a través del bosque de las Ardenas, más al sur y con el objetivo de un nuevo avance hasta la costa francesa del Canal de la Mancha para rodear a esos ejércitos. Sin embargo, la falta de comunicación directa y la carencia de suministros hicieron fallar la ofensiva alemana por completo.