Con las invasiones promovidas por los dorios, el período pre-homérico marcó el comienzo de un nuevo ajuste de la Antigua Grecia. El violento proceso de la ocupación dórica, marcado por la destrucción y evacuación de los centros urbanos, motivó tanto la dispersión de los pueblos griegos para otras regiones como la decadencia de la intensa actividad comercial observada en aquella región.
Los grupos familiares que vienen de un mismo descendiente se manifestaron en torno de la llamada comunidad gentilicia o genos. Cada comunidad contaba con un páter, patriarca de la familia incumbido de tratar cuestiones religiosas, judiciales y administrativas.
El trabajo en los genos era ejercido de forma colectiva. Las tareas estaban bajo la responsabilidad de cualquiera de sus miembros y la producción agrícola se dividía en partes iguales. Artesanos y esclavos fueron utilizados en los casos excepcionales en los que los miembros de los genos no cumplieran ciertas exigencias. Incluso con los rasgos más igualitarios, las comunidades gentiles difieren por el prestigio social de la persona debido a la proximidad de su parentesco con el páter. Cuanto más próximo de la familia del páter, mayor prestigio conferido.
Con los años, las comunidades gentiles sufrieron grandes transformaciones. Las pequeñas técnicas agrícolas poco desarrolladas pasaron a no atender al aumento poblacional de los genos. Los amplios lazos colectivos de las comunidades gentilicias comenzaban a empobrecerse. Las familias restringieron el número de parientes por ellas abrigado. El páter y sus parientes próximos pasaron a defender el derecho de posesión sobre la tierra y las riquezas. Los descendientes directos del páter consiguieron, en esta división, la propiedad de las tierras más fértiles.
Esta experiencia trajo una diferenciación entre los individuos y la formación de una aristocracia rural consolidada en torno al control de las tierras cultivables. El llamado eupátridas (Eupatrídai, «los bien nacidos») se basó en su poder político para controlar así las armas de guerra, las instituciones políticas y religiosas de la época. En este proceso de apropiación de la riqueza una aristocracia se reafirmó en el escenario griego ejerciendo dominio bajo el instrumento de poder de la época.
La fragmentación de los genos va, de hecho, a colocar Grecia al frente de otras prácticas y costumbres. Al mismo tiempo, la aparición de las clases y desigualdades sociales será responsable de un proceso doble: la dispersión de poblaciones para otras áreas de la Península Balcánica y de Asia menor; y la formación de instituciones políticas oligárquicas controladas por la aristocracia rural. Todo ese conjunto de cambios encierra el periodo homérico y abre puertas para la aparición de las primeras ciudades-Estado griegas.