Cada día, las noticias nos hablan de los cambios en los indicadores económicos proporcionando datos sobre las principales instituciones financieras en la economía global. Sin embargo, nunca nos preguntamos acerca del origen de esa estructura teniendo la impresión de que todo el poder y una gran cantidad de dinero circulan siempre allí, dictando y estableciendo las tendencias de la economía mundial.
En el caso de los Estados Unidos, estas grandes instituciones se concentran en Wall Street, Manhattan región que integra los más importantes bancos y las bolsas de valores en América del Norte. Sin embargo, ese camino que ahora es uno de los centros neurálgicos de la economía capitalista, no siempre ha tenido su nombre vinculado con cantidades vultuosas de dinero y la emoción de un tira y afloja de los agentes financieros.
La historia de Wall Street estaba relacionada con el proceso de colonización de América del Norte, específicamente en el momento en que las poblaciones holandesas, británicas e indias competían por el dominio de terrenos ubicados en la costa este. Los primeros colonos para llevar a cabo la invasión de ese espacio fueron los holandeses, que fundaron la ciudad de Nueva Ámsterdam, llegando a contar en su primer año con una población de cerca de 270 colonos.
Sin embargo, este proceso de ocupación no sería nada pacífico, pues la resistencia de los nativos contra los europeos representaba un obstáculo para las ambiciones proyecto colonial holandés. Contando la mencionada amenaza, los holandeses de Nueva Ámsterdam decidieron construir en 1640 una barrera capaz de contener los ataques organizados por los vecinos indígenas. A pesar de la acción preventiva, los holandeses no consiguieron hacer frente a la tentativa de otros enemigos llegados por el mar.
En el año 1664, los británicos promovieron la invasión de Nueva Amsterdam y después de expulsar a los holandeses fundaron la villa de Nueva York. Con el tiempo, abrieron una ruta de tránsito que seguía el contorno de la pared, lo que finalmente dio nombre a la famosa calle en cuestión. Con el tiempo, la expansión de la dominación británica y el control a los ataques indígenas establecieron la caída del muro holandés y la permanencia de la calle británica.
Curiosamente, si se admite esta creencia, tomamos nota de que Wall Street ha tenido siempre una inclinación hacia el mundo de los negocios. A principios de la economía de mercado estadounidense, Wall Street era un lugar de encuentro de muchos comerciantes y transportistas que negociaban varios contratos de navegación entre ellos. La función financiera y especulativa de la calle sólo se conocería en el siglo XVIII, cuando el capitalismo llevó a cabo sus pasos fuera de Inglaterra.
En 1792, un grupo de veinticuatro accionistas firmaron un acuerdo estableciendo las reglas y tarifas para las negociaciones de la Bolsa de Nueva York. Tal acuerdo fue nombrado Tratado de Buttonwood, nombre dado por causa de un árbol nacido al final de Wall Street. El transcurso del tiempo hizo que Wall Street crease una capacidad de arruinar y establecer fortunas de forma repentina. Tras la crisis económica de 1929, aquella calle se volvió un gran trauma para los especuladores.
Después de la Segunda Guerra Mundial (1939 – 1945), la economía de EE.UU. logró recuperarse de los traumas de la década de 1930. Con este cambio, Wall Street recuperó su importancia para el capitalismo financiero internacional. Pese a todo, demostrando el constante movimiento de la historia, la crisis que sorprendió a la economía norteamericana en 2008 trajo de vuelta los malos recuerdos y temores de la representación original de Wall Street.