El estancamiento de la cultura islámica después de la edad media llevó a una restaurada reiteración en el pensamiento exclusivo (ijtihad) y a movimientos de reforma religiosa. A discrepancia de los destacados movimientos doctrinales y filosóficos medievales, las corrientes modernas se preocuparon básicamente de las reformas sociales y morales. El primer movimiento de este tipo fue el wahhabí, llamado así por el nombre de su autor, Ibn Abd al-Wahhab, que apareció en Arabia en el siglo XVIII para transformarse en una vasta tendencia integrista con ramificaciones en todo el mundo musulmán. El movimiento wahhabí pretendía reactivar el islam purificándolo de sus influencias no islámicas, y en específico de las que habían corrompido su monoteísmo original, recalcando la responsabilidad individual de los musulmanes por encima de la aceptación pasiva de las tradiciones.
Otros reformadores islámicos han estado influidos por las ideas de Occidente. La figura más prominente del siglo XIX fue el egipcio Muhammad Abduh, para quien la razón y el pensamiento moderno occidental reafirmarían la doctrina del islam en lugar de debilitarla, y esa doctrina islámica podría ser remanifestada en términos modernos. Muhammad Iqbal es el más relevante filósofo moderno que abordó la rerepresentación de las doctrinas islámicas. Otros intelectuales en Turquía, Egipto y la India procuraron reconciliar las enseñanzas del Corán con las ideas surgidas tras la expansión de la democracia constitucional, la ciencia y la lucha por la emancipación de la mujer. El Corán muestra el principio de ‘gobierno por consulta’ que en tiempos modernos, aseguraban, puede ser mejor producido por gobiernos representativos que por monarquías. Advirtieron que el Corán favorece el estudio y la explotación de la naturaleza aunque los musulmanes, tras varios siglos de brillante oficio científico y de haber producido una relevante labor de transmisión a Europa, lo dejaron después. Sostenían que el Corán había dado a la mujer los mismos derechos aunque éstos hubieran sido usurpados por los hombres, que sacaron provecho de modo ostensible de la poligamia y otros privilegios similares.
A pesar de que las ideas modernas se encontraban inspiradas en representaciones plausibles del Corán, los defensores de los fundamentos islámicos se opusieron poderosamente a ellas especialmente a partir de la década de 1930. La reacción contra el modernismo ha tomado impulso desde esos años por varias razones. Los fundamentalistas no se muestran contrarios a la educación moderna, la ciencia y la tecnología por sí misma, sin embargo acusan a los reformadores de ser los vehículos transmisores de la moralidad occidental. Creen que la emancipación de la mujer, tal como se concibe en Occidente, es culpable de la desintegración de la familia y de una moral sexual permisiva en exceso. Algunos islamistas recelan de la democracia porque no confían en el sentido moral de las masas. Por otra parte, los mandatarios y empleados públicos de algunos países musulmanes no han conseguido perfeccionar de un modo significativo la situación financiera de la mayoría de la población. En último extremo, y quizá resulte lo más relevante, el resentimiento que ciertos conjuntos musulmanes sienten hacia el colonialismo occidental ha ocasionado que para muchos de ellos todo lo relacionado con las culturas de Occidente sea sinónimo y representación del mal.
A lo largo de la fase moderna, el islam ha continuado integrando nuevos devotos a sus filas, de manera muy acusada entre los negros africanos y entre algunos grupos negros de Estados Unidos, tentados por su igualitarismo y su severo sentido de la solidaridad.
El islam y otras religiones
Persuadidos de la verdad absoluta del islam, los musulmanes no han buscado entablar coloquio con representantes de otras confesiones, aunque algunos investigadores islámicos medievales escribieron obras bastante imparciales sobre ellas. Desde la década de 1960, sin embargo, los musulmanes han comenzado un coloquio con representantes del cristianismo y del judaísmo, admitidos por el islam como las otras dos ‘religiones del libro’ (inspiradas en la revelación). Pero el recuerdo del colonialismo occidental ha generado desconfianza y frustrado todas las tentativas ecuménicas.