En el siglo I a.C., las conquistas militares de Octavio (Cayo Julio César Octavio) aseguraron un rápido ascenso político. Con el sello del Senado, Octavio alcanzó el título de Augustus o el elegido de los dioses. De esta manera, el Senado podría ser subordinado al poder del emperador. Contando con amplios poderes en la mano, se inició una reforma radical en las instituciones y costumbres romanas.
En el ámbito administrativo, fueron reducidos los poderes de los jueces y hubo un mayor control del imperio de divisas obtenidas con la recaudación de impuestos. Para mejorar el control sobre las provincias, se desarrolló un sistema postal que mantuvo a las autoridades romanas informadas de todos los acontecimientos en las porciones más remotas de los extensos dominios imperiales. El criterio consanguíneo dio paso a una organización basada en la capacidad financiera de cada individuo. El rango más alto de la jerarquía social nueva fue ocupado por la orden senatorial. Estos ciudadanos debían tener una fortuna de al menos un millón de sestercios (moneda de plata utilizada en la época).
Los miembros de la orden senatorial debían utilizar un trozo de tela púrpura y su alto poder económico concedería el ejercicio de sus derechos políticos. Ocupando una vía intermedia, el orden ecuestre consistió en cada ciudadano romano con ingresos superiores a 400 mil sestercios. Estos podrían beneficiarse de algunos cargos públicos y utilizarían una pieza de tejido azul. Aquellos que tuviesen una renta inferior a los 400 sestercios serían del orden inferior y no poseerían ningún tipo de privilegio político.
Además para reorganizar el orden social, Octavio Augusto trató de interferir en la vida de la gente romana. Se interesó en el financiamiento de la producción de obras artísticas. La familia debía permanecer sólida y las mujeres adúlteras comenzaron a sufrir el castigo. Para evitar la superpoblación en la ciudad de Roma, Octavio también se preocupó de fomentar la ocupación de los espacios rurales.
Preocupados por mantener la unidad de los dominios imperiales, Octavio también reformuló el ejército romano. Los soldados fueron profesionalizados, cada uno de ellos iba a recibir una porción de tierra o una recompensa económica equivalente por sus servicios prestados. Con un ejército de carácter permanente, el imperio romano trató de mantener su hegemonía sobre los pueblos que fueron territorialmente fronterizos.
Abandonando la condición hereditaria, el siguiente emperador sería escogido por el propio emperador. Durante este período, momentos de prosperidad y crisis se alternaron en el contexto político romano. La excesiva concentración de poderes en las manos del emperador era a veces razón de varias tramas políticas y rebeliones en Roma.
Con el crecimiento poblacional de la ciudad de Roma, los varios conflictos políticos y la crisis de una economía dependiente de su mano de obra esclava, Roma se convirtió en un gran conglomerado de tierras que enfrentaría serios desgastes con el final de sus conquistas. A partir del siglo III, diversos cambios en el mundo romano dieron fin al esplendor de uno de los más poderosos imperios de la Antigüedad.