El Imperio Napoleónico representó en la historia mundial la consolidación de logros en Francia iniciados en Francia con la Revolución de 1789. Tras el periodo de descontento popular y crisis de la década de 1790, el ascenso de Napoleón al trono de Francia generó la estabilidad necesaria a la burguesía como la clase dominante, imponiéndose a la aristocracia, la clase obrera y los campesinos.
El golpe de Estado del 18 brumario
La formación del Consulado se dio como una respuesta de la burguesía al nuevo fortalecimiento de monárquicos y jacobinos. Temiendo un retorno del Terror, el abate Emmanuel-Joseph Sieyès articuló un golpe de Estado que puso fin al directorio. El 09 de noviembre de 1799, o 18 brumario del Calendario revolucionario, Napoleón invadió la sala del Consejo de los quinientos y suprimió el Directorio. El Consulado ha presentado a tres cónsules, Napoleón Bonaparte, Sieyès y el general Roger Ducos. Napoleón se convirtió en Primer Cónsul durante diez años, según la nueva Constitución que entró en vigor.
Más tarde fue formada una dictadura en Francia donde Napoleón fue capaz de centralizar el poder en sus manos. Sin embargo, hubo un apoyo público ya que el Consulado fue aprobado en referéndum celebrado en 1802, que incluso hizo que el cargo de cónsul fuese ocupado de manera vitalicia. En 1804, se adoptó una nueva Constitución, dándole el título de emperador a Napoleón de Francia. En la ceremonia, Napoleón se coronó a sí mismo con la entrega de la corona por papa Pío VII. Con este rito, establecía la alianza del Estado francés con la iglesia católica, que le garantizaría prestigio.
Pero lo que realmente significó el ascenso de Napoleón fue la consolidación del poder burgués. A diferencia de la monarquía anterior a 1789, el Imperio Napoleónico tenía como base social de apoyo a la burguesía. Los principios de la burguesía fueron expresados en el Código Civil Napoleónico, promulgado en 1804. En él, Napoleón hizo la redistribución de la tierra, consiguiendo la simpatía de los campesinos; reformaría el sistema tributario y creó el Banco de Francia, controlando el proceso de emisión de monedas y conteniendo la inflación; las obras públicas y la educación primaria básica de la población francesa, además de militarizar la enseñanza secundaria ayudaron a su buena reputación.
Expansión imperial
Sin embargo, el núcleo del gobierno imperial era la expansión territorial. Napoleón emprendió guerras por casi toda Europa, ampliando las fronteras de Francia y la influencia en varios nuevos gobiernos que fueron siendo constituidos después de la caída de los antiguos dirigentes derrotados por las tropas napoleónicas. Antes de hacerse emperador, Napoleón incentivó la formación de repúblicas en el norte de Italia. Después de recibir el título pretendió crear su propia dinastía, además de nombrar a familiares y generales para gobernar algunos países conquistados, como fue el caso de España.
Con la adopción del Bloqueo Continental, Napoleón pretende debilitar a Gran Bretaña por el estrangulamiento económico de su comercio con el continente europeo. El objetivo fue establecer la prevalencia económica francesa en el continente contra la influencia inglesa, puesto que el bloqueo era solamente con las islas británicas, siendo liberado el comercio en el continente. Pero las acciones napoleónicas no obtuvieron el éxito esperado. La invasión de las tropas francesas en otros países terminaron generando oposición de los pueblos de los territorios conquistados. Fue el caso de Portugal y España, y también la fuerte resistencia que las tropas napoleónicas encontraron en Rusia.
Caída del emperador
Las derrotas de la campaña rusa de Napoleón, pusieron una mancha en la imagen del general invencible. Además, Napoleón fue apuntado como un traidor de los ideales republicanos de la revolución francesa, pues proporcionó el regreso de los principios de la nobleza a la aristocracia. Otros factores que contribuyeron para su caída fueron la inestabilidad de los tronos ocupados por parientes, la crisis alimentaria en los últimos años del Imperio y las consecuencias internas de las derrotas militares, ya que a pesar de la fidelidad del ejército, hubo críticas a numerosas muertes producidas.
Fue en una batalla que tuvo fin el imperio napoleónico. La alianza formada entre Gran Bretaña, Austria, Prusia, Rusia y Suecia dio lugar a la derrota de Francia en la Batalla de Leipzig en 1813. Con la derrota, Napoleón se vio obligado a firmar el Tratado de Fontainebleau en 1814, que impuso su abdicación al trono, pero recibiría una pensión y la soberanía sobre la isla de Elba.
Gobierno de los Cien Días
El poder del Estado francés fue dado a Luis XVIII, hermano de Luis XVI, pero con grandes limitaciones en su ejercicio. Mientras tanto, Napoleón en Elba planeaba su regreso al poder. Con apoyo militar y popular, ya que Luis XVIII no tenía simpatía de la población, Napoleón huyó de Elba en 1815, se instaló en París, gobernando por apenas cien días. Esa toma de poder generó una reacción por parte de los enemigos externos, actuando rápidamente para poner fin al emperador. El golpe de gracia del Imperio Napoleónico se produjo con la derrota en la Batalla de Waterloo en 1815, en Bélgica. Vencido por prusianos e ingleses, Napoleón fue obligado a abdicar nuevamente y a exiliarse en la isla de Santa Elena en la costa africana, donde murió en 1821.