El interés por la visión no es un tema contemporáneo. Ya en la antigüedad, la visión fue un tópico que despertaba bastante el interés por parte de médicos, ingenieros, escritores, físicos, entre otros estudiosos.
También sabemos que desde la antigüedad, el estudio de la luz y los fenómenos que están relacionados con él han venido desarrollándose fuertemente. Los primeros intentos para explicar la unión entre visión y luz sucedió en la antigüedad, cuando apareció hipótesis de que la visión era el resultado de los rayos visuales emitidos por los ojos. Tal teoría supone que estos rayos salían de los ojos y se dirigían hacia los objetos, aprovechando su imagen.
Lo que se veía entonces era una dificultad para distinguir los objetos cuando están en la ausencia de luz. Percibiendo esta dificultad, se concluyó que no eran los ojos quienes emitían los rayos visuales. En realidad, los ojos reciben la luz reflejada de los objetos. Es por
que no había ojos que emiten los ‘rayos visuales’. De hecho, los ojos reciben la luz reflejada. Es por esta razón que una persona ciega no puede ver los objetos, pues no se da cuenta de la presencia de la luz.
Gracias a las investigaciones en el pasado en un intento de explicar la visión, los físicos tuvieron un acercamiento más fácil sobre el fenómeno de la luz vinculada a dos factores: la luz y el ojo.
Cuando nos fijamos en las características de los objetos, tales como color, tamaño y forma, vemos que existe una necesidad de que esos objetos reciban iluminación de alguna fuente de luz, ya sea una lámpara o la luz del Sol, por ejemplo. Es necesario también que el objeto se encuentre en el campo de visión de los ojos, y su tamaño también influye en la distancia en la que podremos reconocerlo. Así, a mayor tamaño o mayor cercanía, mayor facilidad en la percepción.
Estamos rodeados de objetos de varios tamaños y colores todo el tiempo. Estamos tan acostumbrados a ver los objetos iluminados por fuentes de luz que no somos conscientes activamente de que nuestra visión del mundo está totalmente relacionada con ellos. Por ejemplo, el interior de un laboratorio fotográfico se ilumina con luz roja. Utilizando el color rojo para iluminar diferentes objetos de colores diferentes veremos que algunos de ellos tienen colores diferentes a los que realmente poseen siendo iluminados por la luz blanca.
Podemos ver un objeto porque la luz puede llegar a ella, iluminándola y luego se refleja en nuestros ojos. Para los físicos, en esas situaciones la luz viaja en una línea recta. Esta justificación indica que, de acuerdo con la posición de un objeto o dependiendo de la posición de la fuente de luz, se forma una sombra del objeto. Existe una sombra por el hecho de que solamente una parte del objeto puede ser iluminada. Este aspecto se puede evidenciar cuando se produce un eclipse.
El hecho de que los objetos sean iluminados por el Sol y la posibilidad de percibir la luz de las estrellas más lejanas, señala otra característica de la luz: la capacidad de propagarse en el vacío. Por lo tanto, el aire y el vacío son transparentes a la luz.