Es erróneo considerar que la teoría de la evolución y selección natural se limitó a una aplicación en el área de la biología. En poco tiempo, algunos pensadores – principalmente filósofos y científicos sociales – del siglo XIX, como el inglés Herbert Spencer, utilizaron las ideas de Thomas Robert Malthus y, sobre todo de Charles Darwin, para elaborar esquemas filosóficos que terminarían siendo utilizados para clasificar a las sociedades humanas en atrasadas y avanzadas, en primitivas y modernas, en bárbaras o civilizadas.
Darwinismo social es la forma en que se conoce hoy en día el intento de aplicar el darwinismo a las sociedades humanas. Se basa en la teoría de selección natural de Charles Darwin, donde sólo el más fuerte sobrevive, eliminando así a los más débiles y restando la existencia de los más fuertes o aptos.
De acuerdo con ese pensamiento, que reinterpreta la teoría de la evolución, existirían características biológicas y sociales que determinarían que una persona es superior a otra y que las personas que se encuadrasen en esos criterios serían las más aptas para dominar sobre otras.
La teoría de Darwin dice que en el mundo sobrevive el más adaptado, por eso hay evolución; que los seres vivos evolucionan para continuar vivos, y ejemplo de eso sería el hombre. Lo mismo se aplicaría para la teoría del darwinismo social: los humanos buscan enriquecerse, como una forma de evolucionar, de ahí surge la evolución social.
Un ejemplo interesante del darwinismo social, se encuentra en el siglo XIX, cuando los europeos, en busca de expandir el capitalismo y nuevas tierras, utilizaron su poder para colonizar los continentes como África y Asia. Se valieron de esta teoría como pretexto por la colonización forzada para con los africanos. Según la teoría del darwinismo social, los europeos ya se encontraban en lo más alto de la evolución, por tanto, eran los más aptos para dominar a cualquier otro pueblo inferior. Eso quiere decir que para los europeos sus riquezas e innovaciones tecnológicas demostraban una gran evolución. Siendo así, los europeos deberían colonizar continentes como África para ayudarlos a evolucionar y mostrarles el camino hacia el capitalismo. Por supuesto, esta fue una excusa para que los europeos pudieran explotar recursos locales, sustraer los bienes naturales y convertir a sus habitantes en mano de obra barata o esclava.
Los darwinistas sociales defienden la tesis de que existen razas superiores e inferiores, siendo ampliamente aplicadas por los gobiernos europeos para justificar sus dominios en Asia y África durante el periodo imperialista (siglo XIX – XX), promoviendo las condiciones necesarias para aumentar el prejuicio en contra de los pueblos de esos continentes, vistos como inferiores.
Esta teoría acerca de la superioridad de algunos grupos sociales también fue utilizada en los Estados Unidos. El darwinista social William Graham Summer declaró que los millonarios son un producto de la selección natural. Es decir, se da cuenta de que la teoría de Darwin se convirtió eventualmente en un pensamiento reforzado los ideales de la clase burguesa de la época, viniendo a aducir la ley del más fuerte y la superioridad de la élite.
Sin embargo, es necesario hacer hincapié en que estos conceptos nunca fueron creados o aceptados por Darwin, quien, por cierto, era un declarado antiesclavista. Son sólo algunas de las muchas interpretaciones del darwinismo, que valieron para argumentar un discurso racista y sesgado, que, lamentablemente, tuvo una gran influencia en la segunda mitad del siglo XIX.
Generalmente, algunos patrones determinados como indicios de superioridad en un ser humano serían el mayor poder adquisitivo y la habilidad en las ciencias humanas y exactas en detrimento de otras ciencias, como el arte, por ejemplo, y la raza de la cual forma parte. Incluso en la actualidad, seguimos viendo grandes divisiones binarias que nos remiten al darwinismo social, como por ejemplo el dominio de los ricos sobre los pobres, tanto en forma colectiva como individual.