El origen del hombre y el mundo son dos temas que ocupan la mente del hombre en diferentes culturas y épocas históricas. Después de todo, nuestra existencia y todo lo que nos rodea suscita cuestiones que abordan su origen. De hecho, se trata de un tema complejo y por lo tanto, ganó una serie de respuestas que podrían no ser simplemente comportadas en un único texto. Mientras, podemos dar especial énfasis sobre los principios e implicaciones de la denominada teoría creacionista.
Conceptualmente, el creacionismo es una forma de explicación sobre el origen del mundo donde se busca atribuir la constitución de todo por la acción de un sujeto creador. Sin lugar a dudas, esa teoría tuvo espacio en diferentes culturas del mundo y apareció muy anteriormente al discurso científico que plantearía una revolución en este planteamiento. En los más diferentes contextos culturales, tenemos la elaboración de un mito creacionista capaz de desvelarnos interesantes concepciones acerca de la civilización que lo produjo.
Entre los egipcios existía la creencia de que antes el surgir del mundo existió sólo oscuridad y las aguas primordiales, en clara alusión al río Nilo. De esta agua primordial habría surgido el dios de la bondad infinita Atón, que dio a luz a descendientes responsables de la creación del aire, la tierra y el cielo. En la mitología griega, el creacionismo sería un fruto de los hijos generados a partir de Caos. Entre los descendiente, fue de la unión de Urano (cielo) y Gaia (tierra) que el mundo habría surgido.
Uno de los relatos creacionistas más conocidos del mundo occidental fue instituido por las religiones judeo-cristianas. El llamado creacionismo bíblico relata que Dios habría hecho la tierra en siete días. En el primer día habría construido el universo y la Tierra. En el segundo y tercero, estableció los cielos, las tierras y mares del mundo. En los dos días siguientes aparecieron los primeros seres vivos y la separación del día y la noche. En el sexto y último día surgieron los demás animales y el hombre.
Con la aparición de la teoría evolucionista, muchos pasaron a criticar las teorías creacionistas y sistemáticamente comenzaron a considerarla una especie de falso pensamiento. Por otro lado, no resignándose a sus teorías, muchos creacionistas llegaron a abogar en defensa del neocreacionismo del diseño inteligente, donde la vida se habría asignada por un ser superior que abrió las puertas para que todo el proceso evolutivo aconteciese. De estas disputas, vemos la ciencia y la religión se pone en fuerte oposición.
Sin embargo, podemos colocar ambas en grado de importancia cultural equivalente al admitir que la ciencia y la religión poseen gran importancia en las diferentes civilizaciones, aún a pesar de la mitología y carencia de fundamento científico en torno al creacionismo. De esa manera, antes de lastrar las teorías sería interesante afrontarlas como formas de interpretación del mundo, sin necesariamente colocarlas en disputa o el alcance de una verdad absoluta. Pautadas en principios distintos, creación y evolución pueden coexistir en el campo de debates de ese enriquecido asunto milenario.