Otros hechos a continuación representaron una lenta escalada que apuntaba hacia el fin del orden bipolar de la Guerra Fría basado en las disputas entre americanos y soviéticos.
La URSS fue prácticamente neutralizada en la política internacional. El liderazgo ruso intentó un acercamiento al Tercer Mundo no alineado y, gradualmente, crearon una doctrina llamada de coexistencia. Desde finales de los años 1950, la Unión Soviética propagaba que las disputas deberían ser económicas y no militares, y que el principal foro para las negociaciones debía ser la Asamblea General de la ONU. Prometiendo ayuda para esos países, los soviéticos intentaron demostrar su poder ante el avance del capitalismo de los Estados Unidos. Sin embargo, de manera general, esa ayuda se concentraba en armas, y los países que se aliaron con la Unión Soviética no lograron una elevación sustancial de la calidad de vida de su población.
Posteriormente, por problemas económicos internos, la Unión Soviético no pudo seguir con esa ayuda, llevando a muchos países a retirarse de su esfera de influencia. Gradualmente, el régimen soviético fue dando señales de debilitamiento y asumió la necesidad de acuerdos de desarmamiento con los Estados Unidos en el intento de neutralizar el poder cada vez mayor de los norteamericanos. Según algunos analistas, esa escalada de debilitamiento político internacional culminó con los problemas de Polonia.