El tiempo barroco denomina genéricamente todas las manifestaciones artísticas desde 1600 hasta principios de 1700. Además de la literatura, se extiende a la música, la pintura, la escultura y la arquitectura de la época.
La unificación de la península a favor de la lucha dirigida por la Compañía de Jesús –en nombre de la Contrarreforma– establece una educación bajo la tutela de los jesuitas, censores eclesiásticos que convierten en un obstáculo el progreso de la ciencia y la cultura.
Mientras que Europa conoció un período de evolución en la ciencia con la investigación y los descubrimientos de Francis Bacon, Galileo, Kepler y Newton, la Península Ibérica era un bastión de la cultura medieval.
Con el Concilio de Trento (1545-1563), el cristianismo se divide. Por un lado, los estados protestantes (seguidores de la Reforma de Lutero) que propagaban el espíritu científico, el racionalismo clásico, la libertad de expresión y pensamiento. De otro, los reductos católicos (Contrarreforma) que seguían una mentalidad más conservadora, marcada por la Inquisición y por el teocentrismo medieval.
Es en este clima que se desarrolla la estética barroca, especialmente en los años posteriores a la dominación española, ya que España es el foco principal de este nuevo estilo diseminado por Europa y la América colonial.
Características del barroco
El estilo barroco nació de la crisis de los valores renacentistas ocasionados por conflictos religiosos y la crisis económica experimentada a consecuencia del fracaso del comercio con Oriente. El hombre barroco vivía en un estado de tensión y desequilibrio, dominando la literatura con una forma compleja, sobrecargada de figuras como la metáfora, la antítesis, la hipérbole y la alegoría.
El arte que aflora en el arte barroco es el reflejo del dilema, del conflicto continuo entre lo humano y lo divino, la religiosidad medieval y el paganismo renacentista, el hombre y Dios, que tanto aqueja al hombre del siglo XVII. El arte asume, así, una tendencia sensualista, caracterizada por la búsqueda del detalle en un exagerado rebuscamiento formal.
que aflora en el arte barroco es un reflejo del dilema, el conflicto entre lo terrenal y lo celestial, el hombre y Dios (antropocentrismo y teocentrismo), el pecado y el perdón, la religiosidad medieval y paganismo renacentista, material y espiritual, que tanto aqueja a los hombres del siglo XVII. El arte tiene, así, una tendencia sensualista, que se caracteriza por la búsqueda de detalles formales.
La literatura barroca denota dos estilos: el culteranismo y el conceptismo.
El culteranismo se caracteriza por el lenguaje rebuscado, culto, extravagante (hipérbole), descriptivo con visible influencia del poeta español Luis de Góngora, de ahí ser conocido el estilo como gongorismo.
Conceptismo: es un juego de ideas basado en conceptos. Sigue una lógica racionalista que utiliza la retórica para persuadir al lector. Uno de los principales cultivadores del conceptismo es Quevedo.
El poeta barroco se siente desgarrado y confundido. La obra está marcada por el dualismo: carne vs espíritu, muerte vs vida, sombra vs luz, racional vs místico. Así persiste el uso de antítesis en todo tipo de textos.
Debido a la tensión (dualidad), el poeta barroco no tenía ninguna perspectiva de la vida y frecuenta un tono pesimista.
Otra característica de la literatura es su uso moralista, utilizada como herramienta para educar y predicar.
