La enseñanza de la ciencia y la tecnología está avanzando en la educación y el airbag es un asunto interesante que, por formar parte del mundo moderno, despierta la atención del alumno y le permite que el experimento pueda ser simulado en un laboratorio de química.
Usando esta simulación podemos conocer conceptos de química, física y medio ambiente, actualizando y preparando al alumno para ser el profesional del futuro concienciado sobre la adecuada seguridad vial. El airbag es un dispositivo destinado a proteger a conductores y pasajeros en caso de colisión.
Para haber un correcto funcionamiento del airbag, el sistema implica diversos elementos: sensores localizados frontalmente al vehículo con el propósito de detectar la rápida desaceleración del automóvil; un módulo de control electrónico que, a través de su luz indicadora en el panel emite alerta sobre fallos en su funcionamiento; una cámara de metal donde hay sustancias químicas que reaccionan entre sí cuando reciben un impulso eléctrico; y una bolsa plástica que queda acondicionada dentro del volante. Así, los sensores envían mensajes del cambio de velocidad brusca, una chispa es lanzada en la cámara metálica y estos productos reaccionan formando sólidos y el gas nitrógeno.
Solamente el gas atraviesa los filtros de la cámara metálica, rellenando la bolsa. El proceso de llenado del airbag rompe una tapa localizada en el centro del volante. Toda esta operación, desde la colisión hasta el fin del llenado de la bolsa, dura apenas entre una y tres milésimas de segundo. El airbag posee una apertura en su interior que permite que el gas se libere de forma natural o incluso con el peso ejercido por el cuerpo del conductor.
En una colisión frontal, el conductor y los pasajeros de un vehículo salen despedidos hacia delante y pueden recibir graves lesiones al chocar con el volante, el salpicadero o el parabrisas. Los airbags, o bolsas de aire, protegen a las personas en casos de accidente gracias al efecto del gas nitrógeno.
Los sensores están programados para ignorar determinadas colisiones, como aquellas que se producen a menos de 16-22 km/h. En un choque fuerte, la bolsa se infla casi inmediatamente. Para permitir la salida del conductor del vehículo, la almohada se vacía una vez absorbe el impacto.
Las bolsas de aire pueden salvar vidas, pero sólo en caso de colisión frontal, no siendo sustitutas en ningún caso de los cinturones de seguridad.
Tras la recepción de señales por el sensor de choque, un generador de calor inflama sustancias químicas que producirán el nitrógeno, responsable de llenar el airbag. Completamente lleno, el airbag frena el impacto inicial del cuerpo del motorista cuando es lanzado hacia delante. Una vez protegido, el airbag suaviza el impacto con su desinflamiento. Dos orificios en la parte trasera de la bolsa dejan escapar el gas.