El agua absorbe grandes cantidades de calor de una manera que no presentan mucha variación. Debido a las propiedades inherentes en el agua, la temperatura del cuerpo sufre poca variación en el curso de entrada o salida de calor, una vez que todos los seres vivos son compuestos por elevados índices de agua.
La cantidad de calor necesario para incitar a la evaporación del agua también es muy alta, en el momento en que ocurre la evaporación las partículas llevan consigo mucho calor.
Cuando la temperatura se eleva en el ambiente, logrando mayores porcentuales, o cuando una persona realiza actividades físicas, son las glándulas sudoríparas que eliminan el sudor, eso ocurre porque el agua presente en el sudor se evapora y consecuentemente retira el calor de la piel y también de la sangre, para que el cuerpo no sufra una gran elevación de la temperatura.