Ilustración de la molécula de ácido clorhídrico
El ácido clorhídrico está formado por gas cloruro de hidrógeno (HCl) disuelto en agua, en una proporción de alrededor del 37% del gas. Es un fuerte ácido inorgánico, líquido levemente amarillento, donde sus cationes H+ son fácilmente ionizables en la solución. A 18 °C el grado de ionización del ácido clorhídrico – el porcentaje de hidrógenos que efectivamente sufren ionización – es del 92,5%.
Su frasco debe mantenerse firmemente cerrado, porque en forma pura esta solución libera vapores de HCl, siendo sofocante y altamente tóxico. El punto de ebullición de ese ácido es de -85 °C, siendo considerado volátil, lo que significa que él pasa fácilmente para el estado de vapor en condiciones ambientales. Además, si no permanece cerrado, su concentración puede variar, visto que él es altamente higroscópico, es decir, absorbe con facilidad el agua de la atmósfera.
El ácido clorhídrico es un líquido incoloro, ligeramente amarillento
El ácido clorhídrico es ampliamente utilizado en la limpieza y galvanización de metales, en el curtimiento de cueros, en la obtención de varios productos, como en la producción de tintas, de colorantes, en la formación de haluros orgánicos es usado también en la hidrólisis del almidón y proteínas por las industrias alimentarias y en la extracción del petróleo, disolviendo las rocas y facilitando su flujo hasta la superficie.
Puede encontrarse también en nuestro propio cuerpo, estando presente en el jugo gástrico del estómago, cuya acción puede ayudar a la digestión de los alimentos. Es secretado por el estómago en un volumen aproximado de 100 mL. Algunas personas sufren de reflujo gastroesofágico, que es el retorno de los contenidos del ácido clorhídrico del estómago, como se muestra a continuación. Causa ardor, ronquera y dolor torácico.
El reflujo gastroesofágico
En su forma impura, el ácido clorhídrico se llama ácido muriático y se utiliza para la limpieza de pisos, azulejos, paredes de piedras y superficies metálicas antes del proceso de soldadura. Dado que el ácido muriático presenta vapores tóxicos e irritantes cuando son calentados, es necesario que la persona que pueda manipularlo lo haga de forma cuidadosa, utilizando máscara de respiración, guantes y gafas protectoras. No debe ser utilizado cerca de ríos y lagos, pues es altamente dañino para la vida acuática. Concentraciones elevadas disminuyen el pH del medio, siendo perjudicial también a las bacterias oxidantes por inhibir la demanda de oxígeno.