La Edad Media, según los historiadores, es un periodo que abarca los años a partir del 476 al 1453, es decir, desde el siglo V (caída del Imperio Romano) al siglo XV (florecimiento del Renacimiento). Históricamente suele ser dividido en dos grandes periodos: la Alta Edad Media (siglos V al X) y la Baja Edad Media (siglos XI al XV).
Es común llamar a la Edad Media de Edad Oscura debido a los pocos avances culturales y científicos producidos en casi un milenio de prolongación y también a la economía estática que estuvo prácticamente estancada por causa del sistema feudal. Los feudos eran el lugar donde se concentraron las grandes poblaciones, lugares cercados y aislados unos de otros, con una producción autosuficiente. También es normal pensar que el comercio prácticamente desapareció en la época medieval.
En realidad, debemos recordar que durante todo ese periodo continuaron existiendo los artesanos (herreros y constructores de máquinas, por ejemplo), comerciantes y negociantes. Las personas no dejaron de adquirir ciertos equipamientos fundamentales a la práctica de la agricultura (como azadas y arados), que eran, por tanto, fabricados y comercializados. Aunque el comercio haya sido limitado, en una Europa fragmentada por feudos y amenazada por guerras entre los pueblos del continente, ello no significa que ellas hubieran desaparecido.
Feudalismo
Los orígenes del feudalismo datan del siglo III, cuando el sistema esclavista de producción en el Imperio Romano entró en crisis. Frente a la crisis económica y de las invasiones germánicas, muchos de los grandes señores romanos abandonaron las ciudades y fueron a vivir en sus propiedades en el campo. Esos centros rurales, conocidos como villas romanas, dieron más tarde lugar a los feudos medievales.
Muchos romanos menos ricos comenzaron a buscar protección y trabajar en las tierras de los grandes señores. Para poder utilizar las tierras, sin embargo, ellos se vieron obligados a entregar una parte de la producción a su propietario, estaba instituido así el colonato.
Poco a poco, el sistema esclavista de producción en el imperio romano fue siendo reemplazado por el sistema de producción servil, que sería predominante en la Europa feudal. Nacía así el régimen de servidumbre, donde el agricultor es el sirviente del gran propietario.
En el sistema feudal, el rey concedió tierras a los grandes señores. Estos, a su vez, darían tierras a otros menos poderosos señores, llamados a caballeros, que a cambio lucharían en su nombre. Quien concedía la tierra era un soberano y quien la recibía era un vasallo.
Las relaciones entre soberano y vasallo eran de obligaciones mutuas, establecidas a través de un juramento de lealtad. Cuando un vasallo era investido en la posesión del feudo por el soberano, este juraba prestarle auxilio militar. El soberano, a su vez, se obligaba a dar protección jurídica y militar al vasallo.
El sistema feudal dominó durante un largo periodo de tiempo a lo largo de toda la Europa occidental. Por extenderse a un área tan extensa, el modelo feudal no fue idéntico en todos los lugares. Pero hay características comunes como el debilitamiento del poder real o central, el fortalecimiento de los poderes locales, la existencia de fidelidad y protección (soberanía y vasallaje), uso generalizado del trabajo servil en el campo, declive de las actividades comerciales urbanas y fortalecimiento de la vida rural.