El feudalismo puede ser visto como un sistema de producción existente desde el siglo IX, definido después de un largo proceso de formación, reuniendo principalmente elementos de germánico y de origen romano. Esa estructura fue distintiva en la Europa Occidental y responsable por la consolidación de conceptos y valores que se perpetuaron. Muchos ven en ese momento el desarrollo de la Europa Cristiana.
La economía feudal poseía base agraria, es decir, la agricultura era la actividad responsable por generar la riqueza social en aquel momento. Al mismo tiempo, otras actividades se desarrollaban a menor escala, en el sentido de complementar la primera y suplir las necesidades básicas e inmediatas de parcela de la sociedad. La pecuaria, minería, producción artesanal e incluso el comercio eran actividades que existían de forma secundaria. Como la agricultura era la actividad más importante, la tierra era el medio de producción fundamental. Tener tierra significaba la posibilidad de poseer riquezas (como en la mayoría de las sociedades antiguas y medievales), por eso se preservó el carácter estamental de la sociedad.
Los propietarios rurales eran denominados de señores feudales, mientras que los trabajadores campesinos eran designados como siervos. El feudo era la unidad productiva básica. Imaginar el feudo es algo complejo, pues podía presentar muchas variaciones, desde vastas regiones donde encontramos villas y ciudades en su interior, hasta grandes ‘granjas’ o incluso pequeñas porciones de tierra. Para intentar el desarrollo socioeconómico del periodo, lo mejor es imaginarnos el feudo como una gran propiedad rural.
El feudo
El territorio del feudo era dividido normalmente en tres partes: dominio, tierra común y manso servil. El dominio era la parte de la tierra que quedaba reservada exclusivamente al señor feudal y trabajada por el siervo. La producción de este territorio se destina apenas al señor feudal. Normalmente el siervo trabaja para el señor feudal en esa porción de tierra o incluso en el castillo, por un periodo de tres días, siendo esa obligación de trabajar gratuitamente llamada de corvea. La tierra común es la parte de la tierra de uso común. Prados y pastos que pueden ser utilizados tanto por el señor feudal como por los siervos. Es el lugar de donde se retira leña o madera para las construcciones y donde pastan los animales. Manso servil era la parte destinada al uso propio de los siervos. El manso es dividido en lotes y cada siervo tiene derecho a un lote. En varios feudos el lote que corresponde a un siervo no es continuo, es decir, las tierras de varios siervos son subdivididas y unas intercaladas en las otras. De toda la producción del siervo en su lote, la mitad de la producción se destina al señor feudal, caracterizando una obligación llamada talla. Ese sistema se caracteriza por la explotación del trabajo servil, responsable por toda la producción.
El siervo no es considerado un esclavo pero tampoco es un trabajador libre. Lo que determina la condición servil es su vínculo con la tierra, es decir, el siervo está sujeto a la tierra. Al recibir un lote de tierra para vivir y trabajar, y al recibir (teóricamente) protección, el siervo está forzado a trabajar siempre para el mismo señor feudal, no pudiendo abandonar la tierra. Es relación se definió lentamente desde la crisis del Imperio Romano con la formación del colonato. Además de la corvea y de la talla, obligaciones más importantes debidas por el siervo al señor, existían otras obligaciones que eran responsables de retirar de los siervos prácticamente toda su producción.
Tradicionalmente la economía fue considerada natural, de subsistencia y desmonetarizada. Natural por que se basaba en intercambios directos, productos por productos y directamente entre los productos, no habiendo, por tanto, un grupo de intermediarios (comerciantes); de subsistencia porque se producía una cantidad y variedad de pequeña dadas las técnicas rudimentarias, además de no contar con la mentalidad de lucro, que exigiría la producción de excedentes; desmonetarizada porque no se utilizaba generalmente ningún tipo de moneda, siendo que el intercambio era producto por producto.
Comercio en el feudalismo
Pese a lo indicado, caben algunas consideraciones: el comercio siempre existió, aunque de forma irregular y de intensidad muy variable. Algunas mercancías eran necesarias en todos los feudos, pero encontradas apenas en algunas regiones, como la sal o incluso el hierro. Además de ese comercio de productos considerados fundamentales, permanecía activo el comercio con Oriente, de especias o de tejidos, consumidos por una parcela de la nobleza (señores feudales) y por el alto clero. Aunque bastante limitado, ese comercio ya era emprendido por los venecianos. Incluso el siervo participaba de un pequeño comercio, al tomar productos excedentes para la feria de la ciudad, donde obtenía artesanía, promoviendo una tímida integración entre el campo y la ciudad.
La pequeña productividad hacía que cualquier accidente rural (exceso de lluvias o plagas) o interferencia humana (guerras, trabajo inadecuado o insuficiente) provocase periodos de escasez y hambruna. En ese sentido había una tendencia a la autosuficiencia, una preocupación por parte de los señores feudales en poseer una estructura que pudiesen proveerlos en tales situaciones.