La religiosidad popular se encargó de acuñar esta expresión conocida, ‘Donde Judas se dejó las botas’.
Desde el punto de vista histórico, sabemos que el hombre tiene la asombrosa capacidad de fantasear y transformar las narrativas que están a su disposición. Un texto o dictador popular sufre apropiaciones y reinterpretaciones que los transforma en un bien cultural supeditado al interés y la costumbre de los hombres de una época. De hecho, serían bastante los ejemplos para apoyar esa tesis.
Entre la Antigüedad y la Edad Media, por ejemplo, la falta de acceso a los textos bíblicos fue responsable de la creación de varias narraciones que involucran personajes cristianos. Los hechos y el destino de ciertos nombres de la Biblia actual ganaron devengo y ciertas distorsiones que destacaron la fuerte presencia del cristianismo en las mentes de la época. Teniendo en cuenta que gran parte de la población era analfabeta, fue difícil imponer una precisión de verdad entre las diversas historias de cuño bíblico.
A través de uno de esos mitos, terminamos por descubrir el origen de una expresión popular utilizada cuando algo queda bastante lejos o ‘donde Judas perdió las botas’. En la Biblia, no existe ningún indicio o relato de que Judas Iscariote, el delator de Cristo, tuviera o no hábito de calzar botas. Con todo, una antigua historia popular decía que el discípulo traidor habría escondido en un par de botas las treinta monedas que sellaron el acuerdo con los sacerdotes judíos.
Demostrando el carácter mítico de la historia, hasta el momento nadie ha tenido la oportunidad de descubrir dónde quedaron ocultas las botas de Judas. De esa forma, con el tiempo, el lugar ‘donde Judas perdió las botas’ fue siendo utilizado para cuando alguien no lograba encontrar o indicar algún territorio lejano y de difícil acceso. Por fin, bien sabemos que la antigua fantasia del imaginario cristiano quedó viva en esa expresión todavía en uso.