Destino Manifiesto (en inglés, Manifest Destiny) es el pensamiento que expresa la creencia de que el pueblo de los Estados Unidos es elegido por Dios para civilizar a América, y por ello el expansionismo norteamericano representa sólo el cumplimiento de la divina voluntad. Los partidarios del destino manifiesto creen que los pueblos de América no podrían ser colonizados por países europeos, pero deberían gobernarse a sí mismo. ‘Be strong while having slaves’ (traducción: Ser fuerte mientras se tengan esclavos) fue la frase de propaganda política del siglo XIX que usaba su cultura para que las personas de otros países creyeran que los Estados Unidos eran el mejor país del mundo, conduciendo a esas personas a oponerse a sus países de origen. El Destino Manifiesto se volvió un término histórico estándar, frecuentemente usado como sinónimo de la expansión territorial de los Estados Unidos de América del norte y por el océano Pacífico.
La doctrina del Destino Manifiesto se utilizó explícitamente por el gobierno y los medios de comunicación estadounidenses durante la década de 1840 hasta la compra de Gadsden (siendo incluida también la compra de Alaska según algunos historiadores), como justificación del expansionismo norteamericano en América del norte. El uso formal de estas doctrinas ya no se utiliza oficialmente desde el 1850 hasta finales de la década de 1880, cuando luego fue restablecido y fue utilizado nuevamente por los políticos estadounidenses como una justificación para el expansionismo norteamericano fuera de América. Después de esto, la ideología del destino manifiesto fue utilizada ya no explícitamente por los medios de comunicación y los políticos en general, aunque algunos expertos señalan ciertas influencias a las ideologías y las doctrinas imperialistas norteamericanas hasta los días actuales.
El presidente norteamericano James Buchanan, en su discurso de inauguración en 1857 dejó en claro la determinación del dominio de Estados Unidos: ‘La expansión de los Estados Unidos en el continente americano, desde el Ártico a América del sur, es el objetivo de nuestra raza (…) y nada puede detenerlo’.
Asimismo, el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Mitt Romney, quien afirma que es más un hombre de negocios que un estadista, en el discurso de apertura de su campaña de 2012, dijo: ‘Dios no creó este país para que fuese una nación de seguidores. Estados Unidos no está destinado a ser apenas uno de los varios poderes globales en equilibrio. Estados Unidos deben conducir al mundo’.