Dioniso, en la mitología griega, dios del vino y la vegetación, el cual enseñó a los mortales cómo cultivar la vid y cómo hacer vino. Era bueno y amable con quienes lo honraban, sin embargo llevaba la locura y la destrucción a quienes lo menospreciaban a él o a los rituales orgiásticos de su culto. Según la tradición, Dioniso moría cada invierno y renacía en la primavera.
Para sus adeptos, este renacimiento cíclico, unido de la renovación estacional de los frutos de la tierra, encarnaba la promesa de la resurrección de los muertos. Los ritos anuales en honor de la resurrección de Dioniso evolucionaron gradualmente hacia la forma estructurada del drama griego, y se conmemoraron destacados festivales en honor del dios, durante los cuales se realizaban grandes competiciones trágicas. El festival más relevante, las Grandes Dionisíacas, tenía lugar en Atenas durante cinco días de cada primavera. Para esta celebración los grandes dramaturgos griegos Esquilo, Sófocles y Eurípides escribieron sus alabadas tragedias. Posteriormente al siglo V a.C., Dioniso fue conocido para los griegos como Baco. Para los mitos referentes a Dioniso, véase Baco.