El proceso de formación de la civilización griega tiene una historia interesante donde se observa todo el proceso de ocupación de las distintas regiones que conforman la península de los llamados Balcanes. De hecho, no podemos pensar en la antigua Grecia como una civilización homogénea en el tiempo señalado dada la contribución de los diversos pueblos que componen el proceso de formación de la Hélade. De los cretenses hasta los dorios, nos encontramos un largo camino por recorrer en el eje espacio-tiempo.
Además de dominar casi toda la zona de los Balcanes, se observa que los griegos también formaron otras ciudades y puntos de colonización sobre las islas del mar Egeo, las partes costeras de Asia Menor, la península italiana, el norte de África y la proximidad de la Península Ibérica. Para comprender la propagación de los griegos por todo el espacio, debemos tener en cuenta los inicios de la civilización griega.
El primer evento que marca la expansión del pueblo griego está surgiendo en el siglo XV a. C., cuando los aqueos han dominado la isla de Creta y dieron lugar a la llamada civilización micénica. Antes de la fusión de las dos civilizaciones, también debemos señalar la llegada de tribus indoeuropeas a la Grecia continental. Entre los años 2000 a.C y 1200 a.C, eolios y jonios llegaron a la península de los Balcanes estableciendo diversos puntos de ocupación.
Por el siglo XII a.C, los dorios libraron un violento proceso de ocupación de los Balcanes que estableció una profunda dislocación de los hábitos e instituciones de la civilización creto-micénica. Practicantes del nomadismo y dueños de una tecnología bélica superior a la de otros pueblos, los dorios fueron responsables directos de la dispersión de comunidades aqueas, eolias y jónicas para otros territorios.
Este acontecimiento marcó la primera diáspora griega, momento en el que la población afectada por la invasión dórica ocuparía nuevas tierras en el litoral del Asia Menor y de otras islas que bordeaban el Mar Egeo. Este cambio fue acompañado por un debilitamiento de las actividades marítimas en la región, el fortalecimiento de las comunidades agrícolas y el vaciado de muchas manifestaciones artísticas y culturas.
A partir de aquí, llegamos a la época de Homero, que entre los siglos XII y VIII a.C estableció las genos. Estas comunidades fueron dirigidas para el desarrollo de las actividades agrícolas y la explotación colectiva de la tierra. En un período relativamente corto de tiempo, el desarrollo de estas comunidades promovió un aumento de la población mayor que facilitó librar muchas batallas por el control de tierras de cultivo.
En este punto, el uso colectivo de la tierra fue perdiendo terreno frente a un grupo social más cercano a la figura del pater, que entró en el interior de los genos al frente de las principales decisiones políticas. Con esto, una élite de terratenientes comenzaron a fortalecerse en el ámbito político-económico y, por lo tanto, impusieron la a marginación de una gran población que no compartía el mismo prestigio que en la nueva clase dominante y por lo tanto no tenían acceso a de la tierra.
Fue entonces cuando varias personas abandonaron el interior de los genos para buscar otras zonas de la tierra cultivable. Se daba el inicio de la segunda diáspora griega cuando la población marginada por la creciente posesión de la tierra comenzó a fortalecerse sobre las regiones del Mar Negro y la península italiana en busca de regiones en las que podría conseguir su supervivencia. De este modo, la civilización griega fue establecida durante un cierto número de colonias que superaron los límites del mar Egeo.