El desperdicio de agua es una de las principales causas de la falta de agua en varios lugares. Combatir ese problema es deber del ciudadano, de los empresarios y del Estado.
El desperdicio de agua es uno de los principales problemas relacionados con la disponibilidad y utilización de los recursos hídricos en la actualidad. En ese sentido, es importante comprender el problema analizando la totalidad de la cuestión, es decir, la cantidad de agua desperdiciada no solamente por el mal uso residencial, sino también por los equipamientos públicos y prácticas económicas en general.
Las formas más comunes de desperdicio de agua son conocidas por todos: el grifo mal cerrado, el baño excesivamente largo, la manguera conectada sin uso, el lavado de calzadas, los excesos en la limpieza de los vehículos, entre otras prácticas. Pero esa no es la única causa para el problema en cuestión.
Una parte considerable de los residuos se lleva a cabo en el transporte de agua para el consumidor, lo que es resultado de tuberías públicas viejas o dañadas, obras mal realizadas, además de las redirecciones clandestinas de agua. Eso sucede en todos los países, que siempre presentan cierta tasa de desperdicio de agua: Japón, por ejemplo, desperdicia 10% de su agua; Alemania pierde 9%, siguiendo la media de los países europeos.
Cabe recordar, sin embargo, que la actividad que más desperdicia agua es la agricultura. En las áreas de regadío, por ejemplo, el desperdicio llega al 50% del agua utilizada, tanto por fugas como por el empleo de técnicas que utilizan más recursos hídricos de lo necesario, así como las pérdidas por evaporación. El cambio en las prácticas agrícolas y la adecuación en los métodos de irrigación pueden ser factores para disminuir el consumo de agua sin afectar a la producción de alimentos y productos primarios en general.
Otra actividad de la economía que presenta un elevado desperdicio de agua es la industria, aunque existan muchas fábricas que adoptan el consumo consciente y que apuestan en ideas de reutilización de agua y otros. Es necesario, por tanto, desarrollar estrategias de uso sostenible de agua, lo que significa desperdiciar y consumir menos sin necesariamente comprometer la producción y la economía.
Los impactos del desperdicio de agua son graves y se traducen en la reducción del abastecimiento de agua para la población, en la menor disponibilidad de aguas en las reservas hídricas y en la ocurrencia de verdaderas crisis hídricas en tiempos de sequía. Por causa de eso, es importante que todos hagan su parte, desde el ciudadano en su casa, pasando por el Estado, hasta las diferentes prácticas de la economía.