La depredación es una relación biológica en la cual una especie animal ecológica interespecífica inarmónica (depredador/cazador), debido al instinto de supervivencia, captura y mata a otra especie de menor nivel trófico (presa), para de ella alimentarse.
Ese tipo de relación se produce principalmente en seres carnívoros (León, lobo, tigre, hombre), pero también entre los herbívoros. En este caso, con denominación de herbivorismo, bien caracterizado por el ataque de hormigas, saltamontes o gusanos a un cultivo, destruyendo velozmente una plantación.
De esta manera, el acto predatorio desde el punto de vista particular, favorece a la especie depredadora mientras las presas están desfavorecidas. Y desde el punto de vista ecológico, la depredación representa un mecanismo que regula la densidad poblacional mediante una cadena alimentaria, controlando la cantidad de individuos de una determinada comunidad. Sin embargo, evolutivamente surgieron adaptaciones desarrolladas por las presas utilizadas como defensa a la depredación, por ejemplo, el mimetismo, el camuflaje y el aposematismo (colores de advertencia), formas que permiten a las presas escapar de un ataque y así prolongar la existencia de su genotipo.
Un aspecto interesante de la depredación se produce con respecto a la inversión trófica, relacionada con el hábito de algunos organismos en principios productores (autótrofos), alimentándose de los organismos consumidores. Un caso particular relaciona a plantas carnívoras con adaptaciones y reacciones metabólicas enzimáticas capaces de degradar pequeños insectos.
