Los padres preguntan a menudo sobre qué tipo de comida es mejor para sus hijos. Estas dudas son legítimas, pero en el fondo todos tenemos la noción de lo que es más correcto que incorrecto. La práctica regular de una actividad física no trae grandes alteraciones al nivel de alimentación, habiendo solamente la necesidad de aumentar la cantidad de comida, manteniéndose las proporciones en relación a los alimentos, y de ajustar los horarios en función de los entrenamientos y actividades físicas.
Comidas antes y después del entrenamiento son aquellas que deben cumplirse con mayor rigor a las necesidades específicas de estos dos momentos y debe estar compuesta por:
- Sopa con caldo fino y pasado, con aceite de oliva, con col y arroz o pasta.
- Plato, pescado blanco, calamar o pulpo, cocido al horno o a la plancha (no frito), preferentemente con patatas, arroz o pasta. La comida después de entrenamiento también puede incluir la carne magra, cocinada en una manera similar.
- El pan, debe consumirse en forma de tortas o tostado.
- Postre, fruta simple, en ensalada o con patatas.
- Bebida, agua, té o zumo de fruta natural.
Las otras comidas del día y actitudes dietéticas deben obedecer al régimen normal, es decir, no estar más de tres horas sin comer, repartir armoniosamente los alimentos a consumir en un día, para evitar la unión de dos o más comidas, nunca dejar de tomar la primera comida del día y tomar cocidos o asados sin adición de grasas como principales modos de preparación, preferir pan oscuro o de mezcla al pan blanco, riqueza de productos de hortalizas y frutas crudas, 0,75 litros de leche por día y mucha agua. Refrescos, fritanga, golosinas y otros dulces serán previsiblemente evitados. De igual forma cualquier bebida alcohólica.
La importancia de una adecuada comida
Una comida del tipo descrito anteriormente es fácilmente digestible, baja en grasa, rica en calorías, vitaminas y minerales. La comida antes de la actividad deportiva previene la hipoglucemia durante el esfuerzo físico y después del mismo permite un mejor y más rápido reemplazo de glucógeno y agua perdida debido a la intensa actividad física.
La gran dificultad en la alimentación del joven deportista se encuentra en adecuar el horario al tipo de comida. Siempre que la última comida antes del entrenamiento o actividad física no sea del tipo de modelo propuesto, ella debe contener alimentos semejantes. En ese caso se hace todavía más importante que la comida posterior al ejercicio no huya de los parámetros descritos, pues solamente así es posible reponer con eficacia lo que se perdió. Cuando después del entrenamiento el joven se muestra tan cansado que ni le apetece comer, a pesar del hambre que siente, tiene que pedírsele hacer un pequeño esfuerzo.
Ser atleta y tener la intención de serlo exige ciertos sacrificios y mucha disciplina para que se puedan retirar de la actividad deportiva todos los beneficios físicos, emocionales y sociales deseados para el individuo.